La obra Por qué cojea Candy puede ser vista como la historia
de una mujer de algo más de cuarenta años, miembro de una familia de clase
media, que confiesa a su esposo un periodo oscuro de su vida, cuando acabó el
colegio y fugó a la selva a encontrarse con su padre. Su relato, ubicado justo
en los últimos días de la década de 1980 y primeros de la de 1990, se ambienta
en la sórdida realidad de Tingo María, Uchiza y sitios cercanos de esa época.
Sin embargo, tiene más aristas que explotar.
A lo largo de la hora y media que dura la función se van
soltando elementos que sugieren un secreto mayor y más inconfesable que la
cercanía de la joven con narcotraficantes y el mundo de la prostitución. En
cierta forma, es una metáfora de aquellos años difíciles para el país, época
que no importa todo lo que se recuerde, siempre habrá algo peor en la memoria.
Una buena decisión del montaje es destinar a dos actrices para
dar vida al papel protagónico – por ratos de forma alternada, por ratos las dos
juntas a la vez – creando un ambiente ambiguo y sugerente. Solo las acompaña un
músico y la proyección ocasional de videos.
Un reparo a la puesta en escena es que, una vez acabada la
acción, se resuelva uno de los enigmas de la historia a través de la proyección
de algunas imágenes. Sin embargo, este problema no opaca los aciertos de la
obra como la extraña química que se crea entre las actrices y o lo denso de la
historia. Por otro lado, imperdible la aparición fugaz del escritor de esta
pieza.
Ficha técnica
Por qué cojea Candy. Dirige Marco Otoya. Escrita por Alfredo
Bushby con la colaboración de Briscila Degregori. Actúan Sheillah Gutiérrez y
Claudia Tasso. Acompañamiento musical de Pedro Schmitt. En el teatro Racional (avenida
Balta 170, Barranco), de jueves a sábado
a las 20.00 horas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario