
José Diez Canseco
Hace setenta años Luis Alberto Sánchez publicó en Chile, sin autorización de su autor, una novela corta que causaría cierto revuelo en el Perú pacato de entonces: Duque. José Diez Canseco pergeñó en las ciento y pico páginas de ella una historia con todos los ingredientes del best-séller contemporáneo. A saber, lenguaje sencillo, drogas varias y sexo al gusto. Y cuando decimos al gusto, nos referimos a cualquier gusto: el novio con la novia, el novio con el padre de la novia, la prometida con el mejor amigo de su pretendiente, la madre con el mejor amigo del hijo, en fin.
La chismografía nacional relacionó a sus personajes –en su mayoría, jóvenes de clase alta envilecidos, hipócritas y cínicos como el protagonista Teddy Crownchield– con figuras públicas del momento. La historia suena conocida, ¿no?
Este año, además del setenta aniversario de Duque, también se cumple el centenario del natalicio de su creador. Muchos conocen a José Diez Canseco sólo por haber leído en el colegio “El trompo”, uno de esos cuentos para niños que difícilmente Disney llevaría al cine. Otros títulos suyos tienen peor suerte. “Kilómetro 83”, una novela corta ambientada en los barrios populosos de Lima a comienzos de siglo y un penal perdido en medio de la selva, es tan desconocida como “Suzy”, que, según algunos, sería la precursora de Un mundo para Julius.

En compensación por este olvido, el público actual finge escandalizarse por novelas que tienen similares ingredientes a Duque: personajes públicos reconocibles, el uso de variados psicotrópicos y uno que otro acto carnal no convencional. Una interpretación desprevenida diría que los escritores peruanos no han cambiado sus técnicas en setenta años. Pero más allá de la valoración que se le pueda hacer a los libros de escritores tan disímiles como Jaime Bayly, Beto Ortiz o José Diez Canseco, diríamos que lo que no ha cambiado es el morbo del lector peruano.
(Publicado el 20 de diciembre de 2004 en el diario El Peruano)
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