jueves, octubre 16, 2008

Que no quede huella

Vero (María Onetto) pertenece a la clase media del interior de Argentina. Un día tiene un accidente en la carretera y pierde la memoria. Duda si ha atropellado a una persona o a un animal. No sabe qué hacer, simplemente se deja llevar. En su entorno, nadie parece darse cuenta de su amnesia y se va reintegrando de a pocos, como si nada hubiera pasado.

La directora Lucrecia Martel vuelve a abordar en esta cinta su tema preferido de la decadencia de la burguesía provinciana. Junto a la protagonista, vamos descubriendo un mundo de relaciones endogámicas, casi incestuosas, y de trato displicente y despectivo hacia quien no es del entorno.

Ayudan a crear un aire enrarecido las imágenes fuera de foco, con unos primeros planos del rostro de una desubicada Vero. Otro acierto es el tratamiento que se le da a la historia. Nada es certero, los hechos van variando ante nuestros ojos o desaparecen. La escena en la que una anciana tía de la protagonista comenta un video familiar, confundiendo nombres de parientes y chismes íntimos, es un buen ejemplo de esta idea.

Se trata de una buena cinta que le exige al espectador más que la película promedio. Sin embargo, no es tan lograda como el excelente debut de la cineasta, La ciénaga, en la que también aborda la descomposición de una familia acomodada del interior argentino pero de un modo más sugerente.

Ficha técnica
La mujer sin cabeza
Dirige Lucrecia Martel
Actúan Maria Onetto, Claudia Cantero, Ines Efron, Daniel Genoud y otros.
Película argentina que compitió en el Festival de Cine de Lima.

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