domingo, diciembre 12, 2010

El torbellino de un premio

Algunas líneas sobre cómo afectó el Nobel a las actividades del novelista arequipeño. Un recuento de su agenda desde el anuncio de su premio hasta su viaje a Estocolmo. Este texto iba a ser parte del suplemento del diario El Peruano, pero por espacio quedó guardado.

Desde la madrugada del siete de octubre, en que una llamada de Estocolmo, interrumpió su lectura de El reino de este mundo de Alejo Carpetier, Mario Vargas Llosa vio alterada su disciplinada rutina. Según ha confesado, tiene tantas cosas en la cabeza que le está costando dedicarse a su pasión: escribir.

Ha recibido innumerables felicitaciones desde todos los rincones donde ha dejado su impronta. Su natal Arequipa, la ciudad de Cochabamba de su niñez, Piura, e incluso de los equipos de fútbol de los que se declara seguidor. Pero en medio de esta vorágine de buenos deseos y del acecho de la prensa, el narrador se ha dado maña para cumplir con algunas actividades.

Por ejemplo, en la misma semana en la que se dio la noticia del premio, el autor de La tía Julia y el escribidor continuaba dictando clases como profesor visitante en la prestigiosa universidad de Princeton, en Estados Unidos. Obviamente, dedicó algunos momentos a comentar la distinción con sus alumnos. Y, como era de esperarse, los entretelones de esa primera lección se difundieron por los medios de comunicación.

Menos de un mes después estaba en España presentando su más reciente novela: El sueño del Celta. Demás está decir que el título ya era un éxito de ventas aún antes de llegar a librerías. En el evento de lanzamiento, realizado en la Casa de América de Madrid, el intelectual arequipeño recalcó su intención de nunca retirarse pues "la muerte me encontrará con la pluma en la mano".

Unos días después de la presentación de la novela, Vargas Llosa se desplazó al Real Teatro de las Cortes de la ciudad española de Cádiz. Allí recibiría un nuevo homenaje: el premio a la Defensa de la Libertad de Expresión y de los Valores Humanos otorgado por la Asamblea Internacional de Radiodifusión. En España también realizó sus últimas actividades pública previa a la agenda del Nobel. El viernes 3, antes de partir rumbo a Estocolmo, fue declarado hijo adoptivo ilustre de Madrid, ciudad en la que reside gran parte del año. Al día siguiente dio el play de honor en un partido del Real Madrid, equipo del que es hincha.

Pero en todo este tiempo no se ha privado de hablar y opinar de los más diversos temas. Por ejemplo, el riesgo, desde su punto de vista, de la banalización de la literatura debido a los libros electrónicos; advertir de los retrocesos de la libertad de expresión; manifestar su postura liberal respecto a las drogas y expresarse sobre temas políticos varios. El único tema que se privó de hablar por una cuestión de protocolo fue el de su discurso ante la Academia Sueca.
(Foto usada en varios medios tomada por EFE)

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