Cuáles fueron las condiciones o circunstancias para que determinados intelectuales terminen opinando de cierta forma. Esta interrogante se busca responder Osmar Gonzales en Ideas, intelectuales y debates en el Perú. Este interesante volumen reúne artículos - algunos inéditos - sobre el lado privado de la historia de las ideas en el país.
¿Cómo surge este libro?
- Es el trabajo de quince años. He tratado de especializarme en la sociología crítica de intelectuales. Entender al intelectual como un sujeto social, sus funciones, qué representa, por qué piensa de cierta forma en un momento determinado, en qué contexto social. Entrar un poco a la trastienda de la producción intelectual, y eso tiene que ver con las fuentes que utilizo. Muchas veces uso cartas personales o memorias, autobiografías.
¿El contexto ayuda a entender la obra de los intelectuales?
- Claro, porque además ayuda mucho a entender el proceso de formación de las ideas. Por ejemplo, en el artículo sobre la correspondencia de Riva Agüero con García Calderón uso algunas cartas inéditas. Uno puede ver allí que Francisco le dice a Riva Agüero que está escribiendo un libro sobre el Perú, pero que tiene dudas. El libro sería El Perú contemporáneo. Allí exponen sus ideas, debaten entre sí. Hasta que salen los libros públicos que todos conocemos. Ese debate previo de ideas es muy interesante. El proceso anterior a los libros me interesa conocer a mí.
En el libro cuenta datos curiosos sobre la relación entre Mariátegui y Haya de la Torre o la evolución de Luis Alberto Sánchez.
- En la compilación que hace Pinto se ve cómo Sánchez era un arielista. Después el mismo Sánchez cuenta cómo se unió a Riva Agüero y tomaba las notas de las clases. Compartían con Riva Agüero la mala calificación a Bolívar. Pero después, se acerca más a Mariátegui y ve el tema de la insurgencia de las masas en la política. Al mismo tiempo que se volvió un estudioso de Bolívar. Esa evolución de Sánchez a su militancia aprista es indicativo de la evolución intelectual del país. El paso de la política de salones a la de la calle. De la idea que sólo los intelectuales pueden cambiar la vida, a la política activa, militante.
Es curioso cómo se ha centrado en los intelectuales que están activos a principios del siglo XX.
- Yo creo que después de la guerra con Chile hasta la caída de Leguía, y tal vez unos años más, hasta Sánchez Cerro, se concentra la inteligencia en el Perú. Si tú ves, existen periodos en diferentes países en los que está concentrada su inteligencia. La Atenas de Pericles, el Siglo de Oro español. En nuestro caso es de 1890 a 1932. Yo quisiera entender por qué hay momentos en la historia de las sociedades en los que el pensamiento confluye. Eso no significa que todos piensen parecido o participen del mismo proyecto. García Calderón no tiene relación con Haya de la Torre, o Sánchez con Clovis. Pero hay un entorno social, un conjunto de redes que hace posible su interacción. Es un momento en que aparecen obras claves. Paradigmas de interpretación. ¿A qué se debe? No sé.
¿El 900 fue nuestro siglo de Oro?
- Efectivamente. Los clásicos están allí. La primera interpretación integral del país es de García Calderón, el primer balance de la historiografía es de Riva Agüero, la discusión sobre la literatura nacional es de Gálvez, Riva Agüero y Mariátegui, la fundación del pensamiento social cristiano con Víctor Andrés Belaunde y La Realidad nacional, la fundación del aprismo con Haya y del socialismo con Mariátegui. O sea, no sólo son obras importantes que uno lee con deleite sino que funda movimientos sociales y políticos, corrientes de opinión y sociales. El liberalismo, si fueran honestos los liberales, deberían recuperar a García Calderón.
Son curiosas, en particular, las anécdotas que revela sobre personajes como Riva Agüero.
- Es gracias a usar las cartas como fuente. En ellas el hombre público escribe sin poses, y más si le escribe a su mejor amigo, Francisco García Calderón. Antes había una ruptura entre vida pública con privada. No como ahora que legitimas la vida pública con la privada. Valdelomar era también un posero, irritaba a la burguesía, pero en su vida familiar era un niño de pecho, muy dulce y filial. Igual con Riva Agüero. Se decía que era muy frío, pero al contrario era muy cálido, recibía a mucha gente de otras generaciones y pensamientos. Incluso ayudó al Sánchez aprista. Ese lado humano es el que me interesa recuperar de los intelectuales.
Eso a pesar que se ha estigmatizado a algunas de estas figuras.
- Es que la lucha ideológica y política ha mediado perversamente para entender a los personajes. Si tú eres de otra tienda política, no te puedo conceder nada. De allí se han producido rupturas muy importantes. Al final los mismos protagonistas han debido aceptar. Fíjate, More se peleó con Ventura, y terminaron grandes amigos, Sánchez se peleó con Riva Agüero y en los años finales Sánchez escribe las mejores crónicas y biografías de Riva Agüero, además de sacar las obras escogidas de Ventura y Belaunde. Lo que da a entender que esas rivalidades, que en su momento fueron importantes, con el tiempo se dan cuenta que no eran tan fundamentales.
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