martes, agosto 30, 2011

Ettore Scola: El descanso de un maestro

En estos días, el cineasta Ettore Scola, en una entrevista a un medio de su país, anunció su retiro. Mencionó al diario Il Tempo que ya no habrá más proyectos, incluido el guión que trabajaba para el actor francés Gerard Depardiau.

De acuerdo a los cables de noticias, el responsable de obras como Una jornada particular o Nos habiamos amado tanto, ya con ocho décadas a cuesta, toma como algo natural el alejarse de las cámaras. Caso contrario el de los amantes del particular humor de la llamada “Comedia a la italiana”, quienes, sospecho, anhelaban que Scola siguiera los pasos de Manoel de Oliveira, centenario director portugués que se mantiene en activo.

Pantalla condimentada

Tiene un sabor especial el humor hecho en Italia. Esa mezcla de crítica social y gags hilarantes es una receta que en aquél país logra una sabrosa cocción. Cada amante del cine que se precie menciona con cariño ciertas cintas filmadas en esta tierra.

Recuerdo un amigo recomendarme con insistencia, casi devoción, la conocida Brutos, sucios y malos, una cinta de 1976 sobre una familia hacinada en una casucha a las afueras de Roma y que sobreviven haciendo pillerías varias. Historias como está retrataban un lado que se ocultaba de la sociedad durante los periodos de auge económico.

En el cine italiano ha sido costumbre reunir en una película episodios o pequeñas historias a modo de sketch. En 1963 Scola participó como uno de los guionista en un modelo de eso, la deliciosa Los monstruos de Dino Risi. Catorce escenas en las que se da una lectura ácida de la sociedad italiana en esa época.

Unos años después, participó también en la segunda entrega pero ahora como uno de los directores junto a Risi y Mario Monicelli. Esa cinta tiene uno de esos episodios que hacen ver la comedia del drama y que es, confieso, una de las historias más entrañables que haya visto.

Se trata de “Como una reina”, que dura unos pocos minutos. En ella, un hijo, interpretado por Alberto Sordi, lleva a su anciana madre a un asilo con el engaño de que están saliendo a pasear. En todo el recorrido no pierde él la ocasión de reprocharle la supuesta preferencia hacia su hermano, mientras habla maravillas de la casa de retiro a la que la lleva. Lo patético de la situación puede – y lo hace – arrancar más de una carcajada. Pero al final, cuando el protagonista descubre lo que su madre y el resto ya sospecha – que es la última vez que se verán – no se puede evitar una sensación desasosiego. Ettore Scola se retirará, pero siempre nos quedarán sus películas.




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