Hace veinte años se publicó La violencia del tiempo, la que para muchos es la mejor novela peruana de la década de 1990. Esa edición no estuvo exenta de problemas. Su autor, Miguel Gutiérrez, acaba de publicar Una pasión latina, entrega cuyo lanzamiento oficial se demoró un par de semanas más de lo planeado por algunos imprevistos. Conversamos con el narrador.
Curioso que tanto La violencia del tiempo, como este libro hayan tenido dificultades al salir.
- Fueron de otro tipo. Como yo no pude supervisar la edición por la situación que se vivía en el país en 1991, el editor se tomó algunas libertades. Lo interesante de la última edición es que se ha restablecido la versión original. Por ejemplo, la distribución de los capítulos. Menos mal que tenía los originales, que los guardaba el historiador Carlos Araníbar.
¿Cómo surge esta nueva novela que transita entre Estados Unidos y el Perú?
- La novela parte de un hecho real. Ese asesinato sucedió. El asunto era cómo escribir esa historia, que se vuelva turbulenta, atroz, desagradable. Había varias posibilidades. Cuando uno escribe una novela uno se pregunta cómo se va a escribir. A uno se le presentan varios caminos, pero sabe que sólo hay un camino definitivo. Por ejemplo, hay una novela muy buena del punto de vista formal que es Sostiene Pereira de Antonio Tabucci. Esa novela, sin esa frase que se repite como leit motiv, se cae. Yo no me imagino esa novela escrita de otra forma. En el caso mío era encontrar la forma de contar esta historia muy violenta y truculenta.
¿Cuánto se demoró para encontrar la forma de contar esta historia?
- Yo me enteré de este caso hace diez años. Desde entonces, está dando vueltas. Me imaginaba dos o tres maneras de hacerlo, pero ninguna me satisfacía. Pero hasta que el año pasado, mientras escribía otra novela, se me ocurrió. Siempre busco que cada libro sea una aventura de composición, de formas de tratar, de técnicas y de lenguaje. De cierta forma, La violencia del tiempo es una novela suma. Hay varias novelas dentro de ella. Pero esa novela responde a la tradición realista, de Balzac, Tolstoi, todos ellos. En cambio, Babel en el paraíso, responde a otra tradición, otra poética y estética. A la de la novela fantástica, la novela utópica. El lenguaje está determinado por esa forma.
¿Cómo plantea sus libros? ¿Anda a la caza de una historia? ¿De la forma?
- Una de mis preocupaciones ensayísticas es el tema del acto creativo novelesco. Surge de diversas maneras. De un personaje, de una historia, a veces de una imagen, que desencadena todo el imaginario que tiene un escritor. Cuando me cuentan una historia, puedo ver que son novelables, pero no me interesan. Pero otras sí, como esta historia de un hombre que descuartiza a su mujer luego de cuatro décadas juntos. Me conmovió porque vi que podía encajar con un tema que está en toda mi obra, que es la cuestión mestiza. Ahora bien, el otro asunto es cómo escribirla. Soy un autor que se demora mucho para empezar una novela, pero una vez que la inicio soy rápido.
Una pasión norteamericana
Noto, por el epígrafe de Don DeLillo y la charla previa a la entrevista, que es un atento lector de lo que se produce actualmente fuera de las fronteras.
- Siempre he sido un lector de la novela norteamericana. Desde los clásicos del siglo XX, la generación de Faulkner, Hemingway, Fitzgerald, hasta los de la segunda post guerra como Philip Roth, Saul Bellow, Truman Capote, o los más recientes como Bret Easton Ellis. La novela norteamericana ha dejado una huella en mí. Por ejemplo, John Dos Passos es un autor casi olvidado, pero para mi generación es importantísimo.
¿Qué es lo que le atrae de esa tradición?
- La vitalidad de la novela norteamericana, aunque esto se ha ido perdiendo últimamente. Pero por lo menos, la novela de esa época tiene una gran vitalidad. Aún obras de autores que no son los mejores como El camino del tabaco de Erskine Caldwell o Viñas de ira de John Steinbeck. Una vitalidad que no encontrábamos en la novela europea, que se había vuelto muy intelectual. Sin embargo, para mí la gran novela del siglo XX es En busca del tiempo perdido. No obstante, la novela norteamericana era muy audaz experimentalmente, y también un lenguaje muy ligado a la vida. Hasta ahora la sigo leyendo.
La novela pendiente
La forma de escribir Una pasión latina se le presentó a Gutiérrez mientras escribía otra novela. Ese libro, que ya había sido pospuesto antes por Confesiones de Tamara Fiol, tiene el título temporal de Se busca a Kymper. El autor confiesa que piensa cambiar el nombre para no confundir con hechos noticiosos que no tiene relación. Dice ya tenerla avanzada y que en ella cuenta la historia de un sujeto, en 1992, perseguido por tres fuerzas: Sendero Luminoso, un grupo paramilitar y su mujer. “Esta última es la más letal”, bromea.
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