viernes, febrero 17, 2012

Luces de Asia

Las celebraciones por el Año Nuevo chino, que en 2012 cayó a mediados de enero, son más o menos conocidas fuera de Asia. Sin embargo, no es tan difundida su continuación, la Fiesta de la Linterna. Esta se realiza un par de semanas después y dura unos quince días.


Durante este período, en varias partes de Asia es tradicional armar faroles hechos de cañas y papel y colocarlos en las vías públicas. En Taiwán, este festejo ha ido evolucionando. Cada vez, los faroles, auspiciados por diversas instituciones y empresas, han ido ganando tamaño y refinamiento.

Aprovechando la gran convocatoria que genera este festejo, el Gobierno de Taiwán, desde hace unos años, escoge una ciudad de la isla para que ella acoja las principales actividades. Este año le tocó el turno a Lugang, una ciudad a un par de horas por carretera de la capital Taipéi y que es conocida principalmente por sus templos.

Para tener una idea, en la inauguración, hecha hace una semana, esta localidad acogió entre 600 mil y un millón de personas, según cálculos oficiales.

Recorrido
Para un peruano, ver los faroles le recordará los paseos de antorchas que en nuestro país se realizan en los colegios o en ciertas localidades. Claro que las dimensiones, en algunos casos, son muy superiores. Por ejemplo, en Lugang, el atractivo principal, coincidiendo con el símbolo de este año del horóscopo chino, es un dragón que alcanza la altura de veinte metros. Este fue encendido simbólicamente por el presidente de la isla, Ma Ying-jeou.

Durante este período, las principales calles del pueblo se convierten en una especie de populosa feria en donde se puede comer en puestos ambulantes desde stinky tofu (literalmente tofu apestoso, uno de los platillos más curiosos de este lado del Asia) hasta diversos tipos de bocadillos tradicionales, pasando por familiares –a nosotros– helados y gaseosas.

Para ordenar los faroles, cada uno más grande que el otro, se les agrupa dependiendo de las temáticas que traten o las entidades que los auspicien. Algo que llamará la atención de los visitantes latinoamericanos es el pabellón dedicado a las religiones. En él se rinde un curioso homenaje a diversas doctrinas de fe de una manera muy lúdica, incluyendo en ella a cristianos, budistas y demás.

Una multitudinaria fiesta que no obstante la cantidad de público, por lo que pudimos apreciar, no genera caos ni destrozos en la propiedad privada. Más bien, es una fuente generosa de recursos para los lugareños. Como si fuera poco, cada noche se corona la velada con impresionantes fuegos artificiales.

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