domingo, enero 28, 2024

La seguridad para las élites: Refutando propuesta de privatizar a las Fuerzas Armadas

En estos días un texto y una video columna han abordado el tema de la seguridad, pública y exterior, desde diferentes ángulos.

Por un lado, está lo escrito por Hernán Garrido Lecca* contra la privatización de la seguridad y que compartí en un hilo en twitter (está publicado en su Linkedin y en la web Altavoz).


Casi en paralelo, el periodista Pedro Salinas proponía lo contrario. Se basaba en una conversación previa con la congresista Susel Paredes en la que dieron por hecho que las Fuerzas Armadas no se daban a basto para cuidar las fronteras del país. 

Creo que Salinas responde de forma ideologizada a un problema que es más grande que la fórmula neoliberal de decir "menos estado es mejor".

Diariamente vemos en los noticieros noticias de asesinatos por extorsión que afectan desde clases muy humildes - desde vendedores ambulantes - hasta emprendedores de clase media.

Planas cree que siguiendo la ruta que tomaron otros países, que replantearon o anularon sus ejércitos, se mejorará la seguridad ciudadana. 

Pone de ejemplo dos países sin fuerzas armadas propiamente dichas: Costa Rica y Panamá. Se olvida del espacio tiempo histórico en que se dieron. 

El primer país, Costa Rica vio debilitó a  su ejército cuando Panamá se independiza de Colombia, con apoyo de Estados Unidos interesados en construir el Canal del Coto, y realiza en 1921 la Guerra del Coto contra Costa Rica. Un par de décadas fue abolido el Ejército Costarricense. 

Panamá le sucedió similar. Luego de una intervención militar de Estados Unidos para capturar al mandatario de facto Juan Manuel Ortega, el país del istmo prescindió de sus fuerzas armadas.

Presupuestos

"Hay que evaluar si conviene mantener un Ejército que nos cuesta un reculo de plata", señala
Salinas.

La seguridad externa no se puede descuidar, a pesar de las creencias del periodista, quien cree que el libre comercio cuidará por la soberanía del país. 

No hay guerras en la región desde la década de 1990, pero nada impide que puedan volver a haberlas. El affair Venezuela Guyana es un ejemplo. Desarmarnos es ingenuo.

Para Pedro Salinas las actividades que deben ser subsidiados de Estado como Salud, Justicia y Educación, obviando la Seguridad por olvido o convicción. 

Al leer el texto de Garrido Lecca se percibe que ambos parten de umbrales ideológicos diferentes. 

El ex ministro de Salud y de Vivienda, se enfoca en el Contrato Social en el que el Estado da seguridad al ciudadano de a pie. 

Su análisis se centra en que los delincuentes prefieren abusar de los más desvalidos porque son víctimas fáciles y la probabilidad de impunidad es mayor.

Descuidarnos de la seguridad externa para ir hacia una privatización progresiva de la seguridad, como se puede colegir de la video columna de Salinas, no parece tener asidero en la realidad.

Los lamentables hechos, después del golpe de Estado fallido de Pedro Castillo, entre diciembre de 2022 y el verano de 2023, hicieron necesaria la participación de las fuerzas militares junto con las policiales.

Es más, costó la vida de soldados en el río Ilave por los manifestantes que acosaron a piedrones a los militares, imposibilitados de usar sus armas de reglamento.

Reducir la seguridad exterior al mínimo es absurdo. Se pueden hacer mejoras, pero no cegarnos con una ideología, cualquiera sea esta. Hay que rendirnos ante la supremacía de los hechos. Aplicar el espacio tiempo histórico. 

Quien cuida del mar recuperado en La Haya, por ejemplo, es la Marina de Guerra del Perú. Ninguna empresa tercercizada lo va a hacer mejor. 

Pedro Salinas plantea nacionalizar o vender todo material militar, lo que puede sonar bien pero no es realista.

Él pone el ejemplo del malecón de Iquitos. Cuenta que en él hay varios inmuebles de la Marina de Guerra, el Ejèrcito, la Policìa Nacional, que son hermosos y servirían mejor para hoteles de lujo.

Una anécdota que tal vez no conozca el periodista. Si recorre con atención ese malecón, encontrará una placa que dice que allí se estableció la primera ladrillera de la Amazonía peruana. 

El dato no es menor. A raíz de esa ladrillera, emprendimiento de la Marina de Guerra, Iquitos creció de una pequeña caleta a la gran metrópolis de la selva nacional y consolidó nuestra presencia en ese amplio sector de nuestro territorio.

Privatizar a locas y tontas como en el fujimorato no es la mejor opción. Las Fuerzas Armadas militares y policiales llegan muchas veces donde nadie más del Estado lo ha hecho, y para llevar bienestar. He sido testigo de ello.


La seguridad no puede ser solo para una élite que puede vivir en condominios, casas de playa o zonas exclusivas. 

Como dice Garrido Lecca, es más fácil extorsionar a unas pequeñas mypes en una cuadra que secuestrar a un socio del Club Nacional. 

*Disclaimer Compañero mío en el Partido Aprista Peruano

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