miércoles, octubre 15, 2008

“La literatura no es la vida”


Roberto Ampuero, escritor

* Nuevo libro utiliza la figura de Pablo Neruda en una trama de detectives
* Novelista chileno asegura que en su país hay mucha hipocresía alrededor de Bolaño

Para este libro se ha informado bastante sobre Neruda. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención?
- Tengo la impresión de que sólo conocemos un lado del Nobel, el lado que lo tuvo todo: fama, mujeres, éxito, dinero, premios y cargos excepcionales, que estuvo cerca de sucesos y personajes cruciales del siglo XX. Pero nadie había explorado literariament e la etapa final de su vida, cuando intuyó que los días suyos y del gobierno de su amigo Salvador Allende estaban contados, cuando repasaba solo y enfermo sus actos y omisiones a lo largo de la existencia. Y aquí me interesan dos aspectos: su visión de sus mujeres, porque Neruda fue un hombre de amores y amantes, y su descubrimiento de que lo había tenido todo, menos el hijo que anheló, como se desprende de ciertos poemas. Por eso Neruda le encarga a un joven que investigue discretamente si la hija que tuvo una amante suya, casada, en el México de 1943, es hija suya. En los dramáticos días previos a la dictadura de Pinochet, Neruda quiere averiguar si es suya, pues esa posibilidad representa su última esperanza de su trascendencia esencial.

Lidiar con la figura de un personaje tan conocido como Pablo Neruda no debe ser fácil. ¿Cuáles fueron las principales dificultades al momento de hacerlo personaje de ficción?
- Primero: que Neruda emergiese en la novela como un hombre de carne y hueso y no como un poeta acartonado. Segundo: presentarlo como el ser contradictorio que fue, no como el santo ejemplar que muchas veces se propone. Tercero: que el poeta se incorporase naturalmente a la acción con preocupaciones y angustias que fuesen apasionantes pero no violasen la historia real, ni se circunscribiesen a ella. ¿Pero le confieso algo? Neruda comienza a vivir plenamente, con humor y sabiduría, con esperanzas y arrepentimientos, desde20la primera página de la novela porque se lleva magnífico con el investigador privado Cayetano Brulé, a quien cita a su espectacular casa de Valparaíso, La Sebastiana. Que el Neruda de la novela resulta convincente y chispeante lo demuestra el hecho de que EL CASO NERUDA ocupa desde que se lanzó, hace 7 semanas, el primer lugar del ranking en Chile y está entre los más solicitados en países latinoamericanos. Fuera de eso, ya adquirieron sus derechos importantes editoriales de Brasil, Italia y Alemania, y hay otras más interesadas en la novela.

¿La cantidad de información sobre Neruda no fue un impedimento para escribir sobre él libremente?
- EL CASO NERUDA es una novela, no una biografía del poeta, pero la gente la está leyendo como si fuese la vida real del poeta. Y ahí está el maravilloso poder de la literatura. A veces es más poderosa que la propia realidad. Yo manejo información sobre Neruda, pero no la vierto toda en la novela. Sería aburridísimo. La información que tengo me sirve para que el poeta del libro actúe, piense y hable con verosimilitud, pero lo importante no son los datos biográficos sino sus sentimientos, su interrogantes, sus nostalgias y arrepentimientos, especialmente su relación con las amantes que tuvo, sus pasiones e infidelidades, y la búsqueda final de la hija. Él recuerda que cuando la amante casada mexicana le contó que estaba embarazada, él escapó de ella y de México. No quería hijos, quería d edicarse a la poesía. Al final de su vida, solo y enfermo, en los días finales de la democracia chilena, en un Valparaíso bello y adolorido, él necesita saber si él fue padre o no. El reto de la novela era construir a ese Neruda que busca su hija con la ayuda de un joven que aprende a investigar mediante las novelas de Maigret que le presta el Nobel.

Un tema que plantea la novela es el de la trascendencia, si a través d e los hijos o de los libros. ¿Tiene una visión negativa de la literatura?
- Oh, no, para nada. Pero trato de ser una persona realista. La literatura ha sido clave en mi vida, pero no es la vida. La escritura es una pasión mía, pero no reemplaza el goce que siento al amar a mi mujer y mis hijos, no sustituye el placer que me causan la vida familiar o los buenos amigos. La literatura me ha dado mucho, incluso una forma de vida y un modo de interpretar la vida, pero la literatura es sólo una parte de la vida, no la sustituye. Y digo como dice Neruda en la novela: daría todos mis libros escritos y por escribir por uno solo de mis hijos. A Neruda le ocurre eso: siente que la poesía le ha dado todo, o mejor dicho, casi todo, que la poesía es una parte, bella y esencial de su vida, pero no es la vida. Y en ese sentido el Neruda de mi novela crece y resulta verosímil y atractivo para los lectores, como lo demuestra la entusiasta reacción de ellos.

Una constante de su serie de Brulé es ambientar su historia en distintas partes del mundo pero anclado en Valparaíso. ¿Ayuda el carácter portuario de su ciudad natal para estar en una trama cosmopolita?
- ¿Sabe por qué los lectores viajan por el mundo en mis novelas? No sólo porque hoy, a diferencia de lo que ocurría con nuestros abuelos, todos viajamos más. También se debe a que soy un nómade. Me fui de Chile después del golpe de 1973 y desde entonces he vivido en varios países: Cuba en los setenta, en Alemania Oriental, en Alemania Occidental por 15 años, en Suecia y, desde hace 10 años en Estados Unidos. Además fui corresponsal de prensa, viajé informando desde cumbres de los No Alineados a la caída del Muro de Berlín, desde la América Latina bajo dictaduras hasta la crisis del sandinismo, pasando por África, Europa y EEUU. Llevo el desplazamiento en la sangre, y ese desplazamiento marca mis formas de narrar, mis temas y enfoques, y es algo que el lector agradece. ¿Quién no tiene hoy un familiar o amigo que viva fuera de su país? Es parte del mundo moderno debido a las migraciones. Y yo me siento parte de esa corriente migratoria de escritores, por eso mis novelas narran el Norte desde nuestra perspectiva del Sur, y por eso Cayetano Brulé viaja por el mundo resolviendo misterios. Y es cierto lo que Ud. dice: un puerto como Valparaíso siempre es una invitación a salir al mundo, y yo sentí esa invitación desde mi feliz infancia en los cerros de mi pintoresca ciudad, cerca, por cierto, de la casa de Pablo Neruda.

¿El nombre de Beatriz es una referencia a la musa de Dante o a alguna dama de carne y hueso?
- Es un guiño al gran Dante, al que también hago guiños en novelas como LOS AMANTES DE ESTOCOLMO y PASIONES GRIEGAS, que creo son conocidas por los lectores peruanos.

Usted revisa en esta obra una época especial de la historia reciente de Chile, la de los días previos al golpe de Pinochet, los últimos días del gobierno de Allende. ¿Qué queda de esa época? ¿Cuál es su principal herencia?
- EL CASO NERUDA muestra el Chile de 1973, pero desde la perspectiva actual. En ese sentido no es una novela nostálgica, sino crítica y cargada de esperanza con respecto al amor y la democracia. Chile mira hoy al futuro, pero sin olvidar el pasado. La visión del pasado ha de ser realista: debe condenar las violaciones a los derechos humanos bajo Pinochet para que no se repitan nunca más, pero también debe recordar=2 0la irresponsabilidad de la ultraizquierda, que boicoteó al gobierno de Allende e impuso una radicalización del proceso que condujo al país a una crisis económica y política insostenibles. En el reconocimiento de las responsabilidades de ambos bandos radica la clave del reencuentro nacional. De esa época rescato la honestidad de Allende, en un continente donde los presidentes suelen dejar del palacio presidencial convertidos en multimillonarios, morir por una idea es la mayor quijotada imaginable. Rescato la decisión de la nación por luchar por la recuperación de la democracia, la madurez posterior para transitar a la democracia sin caer en el caos económico, y la conciencia de que sólo la equidad garantiza la paz social y el progreso. Rescato también una convicción profunda, compartida por la mayoría: una nación debe guiarse por grandes consensos y políticos honestos. ¿Están los políticos a la altura de estos retos?

Usted mencionaba en otra entrevista que la literatura permite comprender la historia mejor que los mismos libros de historia, por lo que era importante hablar de la época del golpe. Incluso hacía una comparación con la Guerra Civil española. ¿Qué aspectos cree que falta revisar de ese periodo? ¿Considera que la literatura chilena está abordando temas que las ciencias sociales y la historia están evitando respecto al gobierno de Allende y la dictadura de Pinochet?
- La novela, el ensayo y la historia tienen ritmos diferentes para acercarse a lo ocurrido. La novela, arrancando de datos que proporcionan historiadores, permite sumergirse en los sentimientos y dramas de personajes del pasado, captar el espíritu de una época y sus protagonistas, ámbitos que, seamos honestos, se perdieron para siempre. Pero el novelista puede recrear ese espíritu mediante la imaginación. La clave está en combinar la fantasía con la historia, de lo contrario la novela pierde veracidad ante el lector, lo que es fatal si se ha propuesto narrar una etapa histórica. La creación literaria es un misterio: yo comencé a escribir sobre mis vida en Cuba 20 años después de haber salido de allá; sobre Suecia escribí residiendo en Estocolmo, de Alemania años después, de Estados Unidos he escrito una novela hace poco. No tengo un itinerario de creación. Son simplemente los personajes los que se imponen y te obligan a escribir una determinada novela. EL CASO NERUDA me lo impusieron Pablo y Cayetano, así de simple.

Usted es contemporáneo con Roberto Bolaño. ¿Considera que la figura de su coetáneo opaca o atrae la atención hacia los escritores de su promoción?
- Los que piensan que opaca es porque creen que la literatura es una torta: si el otro se lleva un trozo grande, a mi me deja uno pequeño. La literatura, obviamente, no es una torta, y el interés que despierte un escritor en el mundo, despierta a la vez el interés de ese mundo por otros escritores que vienen de la misma región, practican el mismo género o escriben parecido. La influencia de Bolaño nos favorece a todos. Pero quiero agregar que en Chile hay mucha hipocresía con respecto a Bolaño. Hoy, que está muerto, muchos se pelean por celebrarlo pues eso trae exposición mediática. ¿Usted sabe cuántos premios obtuvo Bolaño en vida en Chile? Uno. Como escucha. ¡Uno! Y yo fui el presidente de ese jurado, el Municipal de Santiago. Con Jorge Edwards nos costó un mundo conseguir el tercer voto de cinco para otorgarle el premio por sus cuentos Llamadas telefónicas. ¿Qué me dice? Esto tiene tradición en Chile, donde mucho colega y crítico odia al escritor con muchos lectores. ¿Usted sabe que en Chile le niegan el Premio Nacional a Isabel Allende, y que grandes escritores nuestros nunca lo obtuvieron? Tampoco Bolaño. ¿Sabe que Gabriela Mistral obtuvo el Nobel antes que el Nacional? Hay hipocresía en esto y mucha influencia de mafias en la cultura chilena, por desgracia.

¿Cuáles son sus próximos proyectos?
- Estoy trabajando en dos novelas. Una de Cayetano. La otra emparentada con LOS AMANTES DE ESTOCOLMO y PASIONES GRIEGAS, novelas que pertenecen al ciclo sobre amor y desamor, celos e infidelidad, sobre las relaciones y la crisis en la pareja moderna. Me interesa explorar las pasiones, la infidelidad y el desamor en mis novelas. Y el próximo verano me marcho a una isla griega para terminar de corregirla, porque la novela20tiene como protagonista a una pareja de latinoamericanos de edad media, que viaja por el mundo tratando de eludir su crisis amorosa.
(Entrevista sin editar)

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