La obra de Eric Rohmer la conocí de forma casual. Una noche de mis primeros años de universidad, junto con un par de amigos, fui a conocer la Filmoteca del Museo de Arte de Lima, más con la idea de hacer algo de tiempo que otra cosa. Ni había prestado atención qué película proyectaban.
Tuve la suerte que ésta fuera El rayo verde, cinta que Rohmer estrenara a mediados de la década de 1980. La historia era sencilla. Una joven con dificultad para relacionarse con los demás, Delphine (Marie Rivière), tiene problemas para encontrar a alguien con quien pasar sus vacaciones. Ella vive obsesionada con un libro de Julio Verne: El rayo verde. En esta novela se cuenta la leyenda de que, si dos personas ven a la caída del sol un rayo verde en el horizonte, ellas estarán unidas de por vida. Con esta premisa, la protagonista va dando tumbos de balneario en balneario tras el amor ideal.
Descubrir que se podían contar simples historias de amor lejos de las manidas fórmulas que poblaban los cines comerciales de aquellos años (y de ahora) fue una fortuna. Me aficioné a ir a la Filmoteca a ver cine tan variados como el decálogo de Krzysztof Kieslowski hasta las clásicas de Buñuel, pasando por cintas en ese tiempo nuevas como El día de la Bestia de Álex de la Iglesia. Obviamente, intenté seguir las películas de ese director tan intimista que me había causado tan grata impresión, casi como si quisiera ver algún rayo verde en pantalla.
Hoy, que los aficionados al sétimo arte lamentamos su partida, sólo nos queda regresar a su filmografía y recordarlo. Para quien aún no lo conoce, será la oportunidad de explorar en la decena de obras imprescindibles que nos dejó. Lamentablemente, ya no hay Filmoteca en el Museo de Arte de Lima donde ver sus películas.
Tuve la suerte que ésta fuera El rayo verde, cinta que Rohmer estrenara a mediados de la década de 1980. La historia era sencilla. Una joven con dificultad para relacionarse con los demás, Delphine (Marie Rivière), tiene problemas para encontrar a alguien con quien pasar sus vacaciones. Ella vive obsesionada con un libro de Julio Verne: El rayo verde. En esta novela se cuenta la leyenda de que, si dos personas ven a la caída del sol un rayo verde en el horizonte, ellas estarán unidas de por vida. Con esta premisa, la protagonista va dando tumbos de balneario en balneario tras el amor ideal.
Descubrir que se podían contar simples historias de amor lejos de las manidas fórmulas que poblaban los cines comerciales de aquellos años (y de ahora) fue una fortuna. Me aficioné a ir a la Filmoteca a ver cine tan variados como el decálogo de Krzysztof Kieslowski hasta las clásicas de Buñuel, pasando por cintas en ese tiempo nuevas como El día de la Bestia de Álex de la Iglesia. Obviamente, intenté seguir las películas de ese director tan intimista que me había causado tan grata impresión, casi como si quisiera ver algún rayo verde en pantalla.
Hoy, que los aficionados al sétimo arte lamentamos su partida, sólo nos queda regresar a su filmografía y recordarlo. Para quien aún no lo conoce, será la oportunidad de explorar en la decena de obras imprescindibles que nos dejó. Lamentablemente, ya no hay Filmoteca en el Museo de Arte de Lima donde ver sus películas.
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