Volpone (Alberto Isola) es un bribón avaricioso que, no contento con tener una considerable fortuna, se divierte embaucando a codiciosos que aspiran a heredarle. Para sus enredos cuenta con su astuto sirviente Mosca (Carlos Carlín), con quien emprende enredados timos y engaños a granel.
En esta pieza todos se mueven detrás del dinero – salvo un par de personajes, que dan su cuota de buenas intenciones – y son capaces de desheredar hijos, ofrecer a la esposa o a la hija, rebajarse hasta lo increíble, por su ambición.
El montaje, en clave de farsa, está muy bien logrado a pesar de lo difícil que es no caer en excesos. Se ha adaptado la trama ubicándola en la Lima virreinal y no en la Italia del renacimiento como en el original. Pero bien pudo quedar como en su primera versión y el público igual se iba a sentir conectado por lo universal de la historia.
Sin embargo, esta variante permite dar al personaje de Mosca, con un marcado acento andino, una lectura sugerente. Desde el inicio se nota que este papel, en manos de Carlín, va ganando protagonismo. Un sirviente que engaña a todos y que, cínicamente mueve los hilos de la historia. No por nada dice al final del primer acto la frase con la que se titula esta columna.
Ficha técnica
Volpone de Ben Jonson
Actúan Alberto Isola, Carlos Carlín, Leonardo Torres Vilar, Ricardo Goldenberg, Mónica Rossi y otros
En el Teatro Británico (jirón Bellavista 527 / Malecón Balta 740, Miraflores) a las 20.00 horas. Entradas 25 nuevos soles. Hoy última función.
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