martes, marzo 30, 2010

Recordando a Flores Galindo


En estos días ha aparecido Alberto Flores Galindo. Cartas de Francia1973-1974. Esta correspondencia ha sido compilada por Manuel Burga, colega y amigo del autor de Buscando un inca, fallecido hace ya dos décadas.

¿Cómo surgió este libro?
–Las cartas las tenía guardadas en mis archivos personales. Entre Navidad y Año Nuevo las encontré como una casualidad de quien ordena sus papeles de fin de año. Luego, tomamos conciencia de que se cumplían 20 años de su muerte. Nos parecía un buen pretexto escuchar de nuevo las palabras de Tito. Sobre todo, las palabras del 73 y 74, cuando tenía 24 años y estaba joven.

¿Al releer las cartas encontró ideas que aún mantienen actualidad?
–Sí. Por ejemplo, su interés desde esos años por la historia andina como un componente de la historia peruana y su decisión de estudiar la rebelión de Túpac Amaru II, entendida como uno de los puntos importantes de la constitución del Perú como nación. El otro mensaje que tiene valor es el pensar el Perú como posibilidad. En esos años descubre la historiografía moderna italiana, la influencia de Gramci, la que trata de entender la historia a partir de quien controla el poder.

Al hablar del Perú como posibilidad es difícil no pensar en Basadre.
–En las cartas mismas aparece el nombre de Jorge Basadre y la recomendación de Tito “acércate a Jorge Basadre”, “saluda a Jorge Basadre”. Esta propuesta de entender el Perú como la historia de la constitución de un esquema republicano nacional, un esquema que incorpore a la gente a la ciudadanía. Ni Tito ni yo éramos alumnos de Basadre. Él lo conocía a través de Franklin Pease. Al regresar de Francia, le dimos el original de Apogeo y crisis de la república aristocrática, y nos hizo unas recomendaciones de bibliografía.

¿Cómo era trabajar con Flores Galindo?
–Era una persona muy inteligente. Una de sus mayores fortalezas era el ensayo, por lo que era muy fácil escribir con él. Gran parte de las ideas que después él escribía eran ideas que discutíamos en una mesa en el transcurso de una discusión. En un momento yo no sabía quién era quién en las publicaciones, lo cuál me parece extraordinariamente bien. La autoría es una virtud, pero también un defecto.

Siempre se le recuerda como un gran polemista.
–Sí, en el sentido de un iconoclasta, de derribar mitos. Uno de los mitos que se había construido y aún se mantiene más o menos en pie es el de Mariátegui. Creo que con su libro La agonía de Mariátegui, trata de presentarlo con todas sus virtudes y defectos y desmitificarlo.
¿Después de veinte años, cree que a Flores Galindo se le lee lo suficiente o más se le menciona?–Creo que, como José Carlos Mariátegui, no está en su coyuntura apropiada. A pesar de eso, tanto Mariátegui como Flores Galindo son el futuro del país, entendido este como mayor justicia y equidad.
Foto tomada del libro.

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