miércoles, julio 07, 2010

Letras al margen

(Quito) Dentro de los invitados a la Feria del Libro de este julio se encuentra el ecuatoriano Huilo Ruales, autor de novelas, libros de cuentos, obras de teatro, poemarios y crónicas. Algunos de sus libros llevan títulos como Y todo este rollo también a mí me jode (cuentos) y El ángel de la gasolina (poesía). Hablamos con él sobre su peculiar forma de vivir la literatura.

¿En qué género se siente más cómodo?


- Depende de la época, del lugar en el que me encuentro. En todos me siento con dificultad. Es demasiado complicado esto de las palabras. De una forma descubrí que este combate con las palabras en si mismo requiere invertir mucho. No necesariamente de tiempo, sino oficio, tesón. Incluso aprender a tener esperanza en la desesperanza. Para publicar algo que es común y corriente, no vale la pena.


Es curioso que hable de lo complicado del oficio y a la vez recurra guste de titular sus obras con nombres lúdicos.


- Es que es un gusto llegar al final. Entonces el título es como decirle vengan, entren a la fiesta, a la casa. Por lo general pongo los títulos al acabar, aunque hay ocasiones en que están presentes desde el inicio.


¿Qué tanto influye la tradición literaria de su país en su obra?


- Ha sido fundamental en mi caso descubrir que en literatura no es tan importante el tema sino el tratamiento. Me encantaron muy pronto las palabras, por eso la pugna por encontrar la manera de decir. De alguna forma me he ubicado al margen de la tradición, de mi generación, de muchas cosas. Por eso, entre muchas cosas, vivo en Europa. Tengo terror del centro, del canon. Por eso mi lenguaje, mi cosmovisión.


¿Se siente identificado con Pablo Palacio, célebre escritor ecuatoriano de los años 30 que no encajaba con la corriente principal de su tiempo?


- Sí me identifico, porque él, a diferencia del entorno de su época, no tuvo como preocupación literaria la cuestión sociopolítica sino el asunto literario. Desde ese punto de vista sí. Claro que ya no existe en los escritores de los años 30 y ahora escriben de tantas temáticas. Pero en cuanto a recursos literarios, a los códigos escriturales de la tradición, se puede decir que soy un francotirador. Estoy fuera de ello, según lo que dicen los críticos.


¿Se siente cercano a algún autor peruano?


- Me encanta la literatura peruana. La siento como mía. Es la cualidad de una buena literatura, se vuelve universal. A todos nos pertenece, a diferencia de la mala. Desde los clásicos, Blanquita Varela, Cisneros, etc. Incluso, digamos, de Manuel Scorza. Qué lindo trabajo el de Redoble por Rancas, Cantar de Agapito Robles. Y entre los actuales Mario Bellatin me encanta. También Alarcón. Y las crónicas de Etiqueta negra y de Gabriela Wiener. Así sucesivamente, con José Watanabe que falleció recientemente. Estoy próximo a la literatura peruana, que considero una de las mejores de América Latina. Lo opuesto a nuestra literatura, que es modesta en realidad.

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