lunes, agosto 09, 2010

El gol del honor

El mundial de España 82, el último al que clasificamos, no es especial solamente para nosotros. Para El Salvador, un país que ha ido, curiosamente, a dos de las tres Copas del Mundo a los que hemos accedido por eliminatoria, también es histórico: allí marcaron su primer (y hasta el momento único) gol en una justa de este tipo. Fue en el también histórico 10 a 1 de Hungría sobre la selección centroamericana.


El salvadoreño Gerardo Muyshondt y el colombiano Carlos Moreno decidieron contar la historia detrás de ese solitario tanto. El resultado es Uno: historia de un gol, película que fue proyectada en la inauguración del Festival de Lima y que participa en la sección documental.


Uno de sus directores, Muyshondt, menciona que la idea que empujó este proyecto fue reivindicar la forma de ser salvadoreña. Comenta que el aficionado de su país ha sido muy injusto con ese equipo. "Olvidan cinco años buenos por 90 minutos malos".


El cineasta, quien se dedica profesionalmente a la publicidad, indica que en una ocasión se le solicitó hacer una campaña que levantara el orgullo de ser salvadoreño. Al abordar el proyecto se dio cuenta que lo que une a la gente de su país no son los campeones mundiales o artistas famosos que no los tienen, sino el coraje y tenacidad. "Nos crecemos ante la adversidad", señala. Y una muestra de ello considera que se puede ver en su documental.


Refiere también que esta cinta ha servido para reconciliar a estos jugadores - a los que fue muy duro retomar sus carreras deportivas - con los hinchas locales. En especial con Ricardo Guevara Mora, el arquero, quien tuvo que dejar su país ante el resentimiento que suscitó ese mal partido.


Los años 80 eran épocas violentas en El Salvador por los enfrentamientos de la guerrilla y el ejército. En medio de esta situación, la selección lograba calmar los ánimos. Pero luego de la mala performance en el mundial, la admiración del público se tornó en bronca. Tanto así que el vehículo del guardameta fue acribillado y le rompían continuamente los vidrios de la casa de su madre. "Ahora la mayoría recordamos el resultado de ese partido en son de broma", indica Muyshondt.

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