lunes, agosto 09, 2010

Un continente de ficción



Uno de nuestros mayores críticos, Julio Ortega, acaba de publicar La Imaginación crítica: prácticas de innovación en la narrativa contemporánea, una recopilación de estudios sobre literatura latinoamericana.


¿Cómo nace esta antología de comentarios críticos?


- Esta es una serie de una recopilación que empezó con un tomo de Ángel Rama con una reunión de su crítica latinoamericanista. Me pidieron hacer un poco lo mismo. Querían que incluya mi primer libro, La contemplación y la fiesta (1968) que es un poco la lectura inmediata del boom. Todo es sobre la novela. No le pongo latinoamericana en el título, porque me parece que restringe la apelación universal que tiene la literatura latinoamericana desde el boom hasta hoy, y quizás antes. Forma parte del imaginario mundial. Cuando la gente de otros idiomas, cuando lee una novela latinoamericana, no dice “voy a leer un libro regional”, sino “voy a dialogar con este texto contemporáneo mío.


En su libro presenta interpretaciones novedosas sobre autores conocidos, como por ejemplo la latinoamericanidad de Borges.


- Sí. A Borges se le ha leído siempre como un autor inglés o afrancesado. Pero lo que es, es uno de los primeros que se apropian del mundo contemporáneo y de su tradición. Por eso él decía que éramos más libres que los europeos para elegir nuestra propia literatura.


También menciona cómo se leen diferentes a ciertos autores dependiendo del público. Por ejemplo, Bolaño es distinto en inglés que en español.


- Es fascinante el caso de Bolaño. Lo que él hace es lo mismo que hizo en inglés Jack Kerouac, una especie de vitalismo callejero, muy literario y a la vez muy vivencial y existencial. El lector americano sintoniza inmediatamente con esa literatura, porque es la literatura on the road (en el camino), en que cualquier cosa puede pasar.


Pero a la vez es bien libresco.


- Sí, a la vez es muy borgeano. Yo lo llamo un Borges callejero. Ahora, hay toda una exageración en estos entusiasmos. Ahora aparecen personas que dicen que no le gusta Bolaño, que le ponen peros. Pero es una pérdida. Cada época que tiene su auge, viene su contrarretórica. Como acá cuando se decía “o Arguedas o Vargas Llosa”. ¿Por qué no juntos?


¿Por qué esa tendencia de pelearse de los latinoamericanos?


- Mi interpretación es que el margen de libertad que tiene un escritor está restringido por el canon. Hay autores que son presencias muy fuertes. En Chile hubo una época que tenías que pelearte con Neruda o ser nerudiano. Eso no era necesario. Pero esas sombras gigantescas limitan la libertad de elegir de los más jóvenes. Por lo tanto, su identidad debe definirse en una pelea con el sistema, lo que es un desgaste de energía y tiempo. Yo creo que ahora es mejor la situación de los más jóvenes porque tienen más libertad, incluso para equivocarse. Usas tus opciones de forma más creativa.


Me pareció perspicaz su comentario de que lo importante de Alberto Fuguet es lo alegórico más que su gusto por lo novedoso.


- Mucha gente lo lee de forma muy superficial. En Chile muchos críticos no lo toman en serio, lo que me parece una mala idea. Él tiene un sistema que se alimenta de imágenes y metáforas sobre el consumo, el desarrollo, como quiera llamarse. Los cuentos que hace tienen una fábula y alguna agudeza especial. Interesantísimo escritor. Hay una ambición de crear un lenguaje literario.

Foto tomada de El Nuevo Diario de Nicaragua

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