No es casual el subtítulo, la tristeza de la no historia, pues en él se alude a una de las claves del libro: la falta de una trama convencional. La historia avanza y retrocede, y vuelve a narrarse con ligeros cambios, creando en cada vuelta de tuerca una obra más rica.
Eme/a se divide en cuatro partes, y parece empezar de nuevo en cada sección para contar lo mismo pero de forma diferente. Una lectura apresurada puede hacer pensar que es sólo un cúmulo de artificios sin fondo, pero esta idea es errada, una ilusión. Hay una fuerte carga reflexiva y emotiva en sus líneas que requieren de un lector atento para descubrirla.
A pesar del tono melancólico, una de las claves para entender el libro es lo lúdico. La prosa juguetona, de frases cortas y giros ingeniosos, sirve del medio ideal para que la autora aborde temas complejos. El reto de la maternidad enlazado con el miedo a publicar, debates sobre la literatura y la creación, el amor y la soledad, son tocados de forma sugerente.
Respecto a la creación, es imperdible el capítulo dedicado a la búsqueda de un padre, figura que oscila entre Roberto Bolaño ó Nicanor Parra, dos patriarcas extremos en la literatura de su país. Un libro recomendable.
Ficha técnica
Eme/a La tristeza de la no historia
Claudia Apablaza (Altazor)
Eme/a La tristeza de la no historia
Claudia Apablaza (Altazor)
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