
Existen dos temas importantes sobre los que gira esta trama en apariencia convencional: lo libresco y la violencia. Decimos libresco no sólo por la afición coleccionista de uno de los protagonistas, sino también porque las referencias literarias que abundan. Algunas en forma de citas textuales, otras moldeando episodios. Es difícil no ver a Daniel leyendo sus textos a los demás pacientes un reflejo de “El evangelio según san Marcos” de Borges, por ejemplo.
Los dos amigos son de un estrato social acomodado y poseen un perfil intelectual, características que no les salvan de darse de bruces con una realidad agresiva. Aunque hay un intento por referirse a hechos sangrientos más allá de nuestras fronteras, la que domina la acción es la violencia política que padecimos. Los rezagos de ésta van condicionando el comportamiento de Gustavo y Daniel y el de las personas que los rodean – la esposa, la paciente, el amigo marino, etc.
Hay que advertir que no se trata de un libro en clave realista. No hay una coincidencia milimétrica con los hechos de la guerra interna, por ejemplo, sin que eso impida describir la época de locura que sufrimos. La densidad sicológica de los personajes no es tampoco necesidad de esta ficción, sintiéndose cierta ambigüedad entre Daniel y Gustavo. Dicho sea de paso, se subraya esta ambigüedad teniendo un personaje tocayo del autor.

Ficha técnica
El anticuario. Gustavo Faverón Patriau (Peisa).
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