lunes, noviembre 22, 2010

Poesía salvadora

Acaba de salir La muerte de un burgués, nuevo poemario de Jerónimo Pimentel. Su autor nos da pistas sobre esta reciente publicación.

Este poemario se siente bien miraflorino.
- Sí, pero no tanto. En realidad creo que es un poemario de clase media. Tiene algunos recorridos que pasan por Miraflores, por San Isidro. Yo he querido retratar la vida del trabajador de clase media limeño tradicional. No de la clase media emergente como la del Cono Norte, sino decadente.

Ese limeño que vive, como dice uno de sus versos, en las casas que no llegaron a quemar los chilenos ni Sendero Luminoso.
- Sí. Hay una fijación en las reliquias que van quedando. En la arquitectura que va rumbo a la arqueología. Un poco todo lo que ha quedado en el siglo XX horroroso que hemos tenido en el Perú: inflación, guerras, terrorismo, miseria, devaluación. Como castigo sobre castigo.

Una visión pesimista que se refleja en las líneas en las que hablas de los obreros construyendo las ruinas del futuro.
- Es que hay esa visión decadente. Esa visión de país, del escenario, de la ciudad, horizonte, que deja de ser transformándose en algo que no conocemos. Hago la salvedad que no es la visión que tengo del Perú, pero sí la que quería retratar. Es lo que va quedando del cambio, las reliquias. Yo recuerdo, antes de esta suerte de optimismo liberal, la ciudad (Lima) era otra. Nuestra generación ha entrado en una suerte de conformismo, no militante, cerca de la anomia. Va quedando la sensación que era verdad lo que dijo Fukuyama [autor del libro El fin de la historia].

Noto en su libro un gusto por referirse a su familia.
- Sí. La muerte de un burgués es sobre una muerte metafórica. Se refiere a una muerte espiritual, un síntoma de ello es la no necesidad de cambio. Uno de los refugios es ir a lo íntimo, en la niñez, etc. No hay mayor refugio burgués o pequeño burgués que el amor. ¿Qué es lo que yo siento que nos salva? Yo siento que me salva la poesía como ejercicio espiritual. La gente ya no tiene ejercicio espiritual. Miro con nostalgia a las personas que tienen una fe.

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