
¿Cómo surgió la idea de este libro?
- Yo tenía pendiente hacer un libro sobre mi experiencia como migrante. Más allá de haber estado casada con un extranjero, yo viajé muchas veces sola. Ir de una ciudad a otra. Siempre me pasaban cosas, y lo comencé a contrastar con las historias de mi papá, quien dejó su comunidad en Cajamarca para buscar trabajo en las azucareras.
Hay varios versos que se hace referencia al miedo a tocar algo para no malograrlo.
- Sí. Y también me burlo porque cuento la experiencia de una joven peruana que viaja de Helsinki a Moscú en tren. En el imaginario finlandés, Rusia es el terror. Me concentré en los grupos racistas, en los skinheads. También yo vengo de una ciudad desértica no acostumbrada al verde. Entonces me burlo del paisaje verde. Me aburría.
Se nota que se ha inspirado en diferentes viajes.
- Siempre que uno está tomando un tren o un avión, uno se encuentra con gente que te cuenta historias. Por ejemplo, hace dos años me encontré en el aeropuerto de Madrid un grupo de uruguayos que regresaban a su país. Ellos me decía que eran “árboles que han perdido demasiadas hojas”, y esa frase la utilicé en el libro.
Otra característica de su obra es el humor, como en el poema “Aquí no se escucha cumbia”.
- Surgió de una experiencia muy graciosa en un festival de poesía en Berlín. A veces la gente en

¿Cómo hace para vivir y escribir en una cultura tan diferente a la nuestra?
- Yo me pierdo, trato de no perder la brújula. Yo estoy segura de mi identidad, pero no me cierro a las cosas buenas que tiene Finlandia. Cada lugar tiene algo bueno. He viajado mucho. Helsinki me gusta mucho, es la antípoda de lo que es Lima.
¿No le ha provocado escribir en finés?
- No, porque no es mi lengua materna y no la siento. Mi hija es mitad finlandesa, pero yo no me puedo desarraigar. Los libros hacen que no te desarraigues. Me gusta el sistema finlandés, pero yo no podría ser finlandesa.
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