Tres jóvenes, huérfanos de padre, deben enfrentar el hecho que su madre los deje para irse a vivir con un chileno. El hecho significa para ellos una doble afrenta, pues no es sólo que los abandone y olvide a su progenitor, sino que lo haga con el “enemigo” que odian casi genéticamente.
El mayor es un historiador que hace taxi, el del medio un soldado lisiado y el menor es un prospecto de pandillero. Los tres, a su manera, procesan sus frustraciones y las enseñanzas del padre ausente, quizás el gran tema escondido detrás de la retórica patriótica.
La trama tiene de telón de fondo la clase que nunca dictará el primogénito, teniendo a la Madre Patria de oyente. Intercalado, se representa la crisis de hijos y madre y algunos episodios de la Guerra del Pacífico.
El escenario, el hogar familiar, con libros y cachivaches en casi todos los rincones, es una metáfora del estado de los personajes. La falta de decisión ha hecho que se acumule en ellos resentimientos y rencores. Torturados por una lógica machista, en la que como varones deben vivir sólo por el éxitos o la revancha, se ven arrastrados por la inacción.
“Un hombre no se aguanta, así decía mi padre, o lo escuché por allí” dice en algún momento el menor. Es una frase clave, pues nos revela cómo el padre va construyéndose a la medida de los complejos de sus vástagos. Como el hijo militar, que busca en un superior una figura a la cual seguir.
Los diálogos, como es costumbre en Adrianzén, son muy logrados y poéticos. El título de la columna es parte de una frase – pronunciada por un “soldado desconocido” sobre la batalla de Árica – que revela cómo están los protagonistas: sacrificándose por una figura borrosa y quizás cruel.
Otro elemento para tomar en cuenta es el de la "Madre Patria", que, como el origen de las palabras puede sugerir, tiene de padre y madre. Es cínica con sus "hijos" y sus sufrimientos, pero a la vez les rinde discreto y silencioso homenaje al saber de sus sacrificios.
Aunque creo que no era necesario revelar la razón de la muerte del padre – el personaje ausente sobre el que giran los conflictos – pocos son los peros que se le encuentran a esta pieza. Incluso su final, optimista a su manera, tiene una particular belleza.
Ficha técnica
Diecisiete camellos
De Eduardo Adrianzén
Dirige Gustavo López Infantas
Actúan Sonia Seminario, Irene Eyzaguirre, Mario Ballón, André Silva y Emanuel Soriano
Los miércoles a las 20.00 horas en el nuevo teatro Larco.
Entrada general 25 nuevos soles.
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