¿Cómo surge Naturaleza viva?
- En verano del año pasado leí las bases del concurso de Hipocampo. Hacía años que no me presentaba a certamen de ninguna índole. Pero esta vez me dije “me va a servir para ordenarme”, porque tenía como 500 poemas sin ordenar. Y esa fue mi intención. De los 500 fui seleccionando hasta llegar a 60, pero aún era muy largo. Hace tiempo vi un óleo de Frida Kahlo que se llamaba Naturaleza viva y anoté el nombre. Entonces, como hay poemas dedicados a Frida Kahlo, Diego Rivera, México, vi que ese era el nombre. Me quedé con cuarenta y lo dividí en cuatro partes. Y lancé una botella al mar.
¿Cuál cree que es la clave su poemario?
- Creo que mi libro tiene la virtud de ser humanista, en el sentido hondo de la palabra. A la vez, tiene ironía. Trato de sacarle la lengua a Diego Rivera, por mujeriego, por ejemplo, reconociéndole su calidad de pintor.
Noto que hay un equilibrio entre lo nostálgico e íntimo y el tema social y político. Pienso en el poema “Bombardean Palestina”, por ejemplo.
- Hay algo de lo que tú dices. No es deliberado. Hay una tendencia en mi poesía de rescatar el yo lírico. En mis libros anteriores siempre hubo un lirismo, pero en éste intenté de despojarme de lo social político. Pero enhorabuena que siempre esté ese compromiso con la humanidad. Más allá de denunciar lo que sucede en la historia contemporánea, yo creo que en este libro me permito recoger los amores platónicos que todos tenemos, que no traes a tu casa porque chocas con la pareja. Pero yo tengo la suerte de estar con un artista (Carlos Ostolaza), que pintas desnudos de otras mujeres. Entre nosotros hay tal respeto que muchos de mis personajes son amores platónicos pero también otros son de la vida real, como mis anteriores compromisos.
Debe ser muy peculiar cómo se nutre su arte de la de su esposo.
- Los dos nos retroalimentamos, y eso es lo que más nos une: el arte. Ostolaza pinta de lunes a domingo. Yo debo combinar la escritura con otras tareas culturales. Pero yo vivo admirando lo que él hace. Yo le consulto, y él igual.
¿Debe ser muy difícil para un poeta descartar y escoger entre sus versos?
- Es como decir con estos hijos viajo y con estos no. Yo tengo un poema que se llama Canto surrealista que me gusta, pero que era muy largo para este libro. En este caso era por cuestión formal, pero en otros hay que escoger. En ocasiones ves que hay retórica, y los dejas de lado para seguir trabajándolos. Y te quedas con los que son desnudos, donde hay más sobriedad y redondez. Sientes que son diferentes, puedes decir algo nuevo.
Algunos observan que el tema social cada vez es menos importante en el arte. ¿Qué opina?
- Tú pregunta es difícil. Si me lo preguntabas hace quince años te hubiera dicho que siempre debía estar lo social. Pero también hay amigos que se han pasado al extremo, que sólo importa el arte. Yo soy una peruana socialista, creo que hay que construir un mundo nuevo. En nuestro arte, si se expresa nuestra ideología, enhorabuena. Pero si no, se expresa cuando haces un plantón, firmas un manifiesto, escribes un artículo. Sí creo en el compromiso del escritor y del artista, pero no hay que ser dogmático.
En una entrevista a Gisela Valcárcel le preguntaron qué libros lee, y ella contestó que todos los que le recomienda su prima Rosina. ¿Qué libros le has recomendado?
- Hace muchos años, en el 91, nos reencontramos, porque no nos hemos visto de chicas a pesar de ser primas en primer grado. Le he recomendado libros de Juan Gonzalo Rose. La última vez que la vi, hace dos años, le recomendé a Blanca Varela. No sé si tenga el tiempo de leerlos. Pero siempre le trato de regalarle libros por su cumpleaños o por navidad. Algunas cosas de narrativa hecha por mujeres, por ejemplo. Me alegra que lo haya dicho, no lo sabía. Es muy simpática. Tenemos supersticiones parecidas. Cuando las dos soñamos con bebes, nos va a ir mal, vamos a sufrir.
- En verano del año pasado leí las bases del concurso de Hipocampo. Hacía años que no me presentaba a certamen de ninguna índole. Pero esta vez me dije “me va a servir para ordenarme”, porque tenía como 500 poemas sin ordenar. Y esa fue mi intención. De los 500 fui seleccionando hasta llegar a 60, pero aún era muy largo. Hace tiempo vi un óleo de Frida Kahlo que se llamaba Naturaleza viva y anoté el nombre. Entonces, como hay poemas dedicados a Frida Kahlo, Diego Rivera, México, vi que ese era el nombre. Me quedé con cuarenta y lo dividí en cuatro partes. Y lancé una botella al mar.
¿Cuál cree que es la clave su poemario?
- Creo que mi libro tiene la virtud de ser humanista, en el sentido hondo de la palabra. A la vez, tiene ironía. Trato de sacarle la lengua a Diego Rivera, por mujeriego, por ejemplo, reconociéndole su calidad de pintor.
Noto que hay un equilibrio entre lo nostálgico e íntimo y el tema social y político. Pienso en el poema “Bombardean Palestina”, por ejemplo.
- Hay algo de lo que tú dices. No es deliberado. Hay una tendencia en mi poesía de rescatar el yo lírico. En mis libros anteriores siempre hubo un lirismo, pero en éste intenté de despojarme de lo social político. Pero enhorabuena que siempre esté ese compromiso con la humanidad. Más allá de denunciar lo que sucede en la historia contemporánea, yo creo que en este libro me permito recoger los amores platónicos que todos tenemos, que no traes a tu casa porque chocas con la pareja. Pero yo tengo la suerte de estar con un artista (Carlos Ostolaza), que pintas desnudos de otras mujeres. Entre nosotros hay tal respeto que muchos de mis personajes son amores platónicos pero también otros son de la vida real, como mis anteriores compromisos.
Debe ser muy peculiar cómo se nutre su arte de la de su esposo.
- Los dos nos retroalimentamos, y eso es lo que más nos une: el arte. Ostolaza pinta de lunes a domingo. Yo debo combinar la escritura con otras tareas culturales. Pero yo vivo admirando lo que él hace. Yo le consulto, y él igual.
¿Debe ser muy difícil para un poeta descartar y escoger entre sus versos?
- Es como decir con estos hijos viajo y con estos no. Yo tengo un poema que se llama Canto surrealista que me gusta, pero que era muy largo para este libro. En este caso era por cuestión formal, pero en otros hay que escoger. En ocasiones ves que hay retórica, y los dejas de lado para seguir trabajándolos. Y te quedas con los que son desnudos, donde hay más sobriedad y redondez. Sientes que son diferentes, puedes decir algo nuevo.
Algunos observan que el tema social cada vez es menos importante en el arte. ¿Qué opina?
- Tú pregunta es difícil. Si me lo preguntabas hace quince años te hubiera dicho que siempre debía estar lo social. Pero también hay amigos que se han pasado al extremo, que sólo importa el arte. Yo soy una peruana socialista, creo que hay que construir un mundo nuevo. En nuestro arte, si se expresa nuestra ideología, enhorabuena. Pero si no, se expresa cuando haces un plantón, firmas un manifiesto, escribes un artículo. Sí creo en el compromiso del escritor y del artista, pero no hay que ser dogmático.
En una entrevista a Gisela Valcárcel le preguntaron qué libros lee, y ella contestó que todos los que le recomienda su prima Rosina. ¿Qué libros le has recomendado?
- Hace muchos años, en el 91, nos reencontramos, porque no nos hemos visto de chicas a pesar de ser primas en primer grado. Le he recomendado libros de Juan Gonzalo Rose. La última vez que la vi, hace dos años, le recomendé a Blanca Varela. No sé si tenga el tiempo de leerlos. Pero siempre le trato de regalarle libros por su cumpleaños o por navidad. Algunas cosas de narrativa hecha por mujeres, por ejemplo. Me alegra que lo haya dicho, no lo sabía. Es muy simpática. Tenemos supersticiones parecidas. Cuando las dos soñamos con bebes, nos va a ir mal, vamos a sufrir.
1 comentario:
Qué buena sorpresa hallar la entrevista que me hiciera Ernesto Carlín, ampliada y corregida...En países como los nuestros era muy difícil sobrevivir escribiendo. Sin apoyo estatal, sin estímulos editoriales u otros. Confiamos que ello ha de cambiar. El tiempo nuevo asoma sus ojos de lechuza. Abrazos y gracias. Rosina Valcárcel
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