Un viejo conocido del Festival de Lima, el mexicano Damián Alcázar, está una vez más con nosotros. Pero ahora el motivo no es disputar otra vez el trofeo a mejor actor, sino el de ser uno de los tres principales homenajeados de esta edición.
Algo que llama la atención en su filmografía es la gran cantidad de lugares en los que ha trabajado, incluido Hollywood. ¿Qué diferencias encuentra?
- Alguna vez lo dije en broma, pero es cierto. La diferencia es que ellos tienen para una sola cosa en el set cuarenta personas, mientras que nosotros tenemos una persona para cuarenta cosas. La diferencia es el presupuesto. También todo funciona para conseguir la mejor toma. Por otro lado, nosotros tenemos historias reales qué contar. Mientras que ellos se van por el lado comercial, se olvidan de su realidad. Van más por el divertimento. La emoción más que la reflexión.
¿Cree que el cine de Hollywood es esclavo del éxito, mientras que en América Latina hay más libertad?
- La gran mayoría de las películas que se hacen en Hollywood responden a eso, a querer ser un éxito. Hay grandes cineastas, por supuesto, que son otra cosa. Los Coen, Jarmuch, el mismo Woody Allen, quieren contar historias. Claro que les interesa que se venda su película, pero que no es su objetivo ser un éxito sino contar una historia. En ese sentido, tenemos ventaja. Contamos mejores historias, más interesantes e inteligentes. Debemos encontrar la infraestructura económica.
¿Dónde te ha sido más difícil adaptarte? ¿En cualquier país latinoamericano distinto al tuyo o en una gran producción de Hollywood?
- El desafío como actor es el mismo. Lo mismo hice en El último comandante en Costa Rica, donde hacía de nicaragüense sandinista. Un desafío fuerte, por el acento. O en Colombia, hacer de un violador de niños en Crónicas. Encontrar al personaje. Él es de allí, habla diferente. Como otras cosas, camina esas ciudades. Tienes que ir allí, para darte cuenta cómo es e intentar darle vida. Todos los personajes implican cierto grado de dificultad, no hay que menospreciar ninguno. En el caso de Crónicas de Narnia, el desafío era hacerlo en inglés. A pesar de ser de fantasía, yo quería hacer un personaje complejo, tocado por el poder que hace que este hombre muera. Había que destacar algunas cosas, y entenderlas en inglés.
¿Tiene algún proyecto en el Perú?
- Sí. Salvador del Solar me propuso en Bogotá participar en una película suya y he aceptado. Es la adaptación de una novela que habla de una chica que se escapa tras sufrir el abuso de un militar. El guión es excelente. No sé cómo va el tema de la producción, pero participaré. Por otra parte, siempre le digo a Francisco Lombardi que, cada vez que vaya a hacer una película, me avise para auditar. Ya que después él decida si le sirvo o no.
¿Cómo haces para escoger papeles y cómo has hecho para acabar en varios sitios?
- Primero es leer la historia. Mucha gente me habla que quiere hacer sus películas conmigo, y yo les digo que me manden el guión. Si a mí me parece que vale la pena, que tienen contenidos que me interesan, que puedo decir yo ciertas cosas, entonces lo hago. Normalmente los directores jóvenes son sensibles e interesantes. En cambio, a veces me dan cosas superficiales, que quieren ser comerciales. Te das cuenta cuando hablas con ellos, con qué actores quieren contar. Eso me hace ser muy selectivo, de donde me llamen.
Coméntame dos películas que me gustaron de tu filmografía. Satanás y La ley de Herodes.
- Los jóvenes de Colombia me vieron en Crónicas de Sebastián Cordero, y me ofrecieron hacer Satanás. Leí el guión, me pareció formidable, leí la novela. Además me encanta Colombia. El personaje era muy interesante, ver en qué condiciones queda un hombre después de ir a una guerra, que como todas las guerras, idiota, estúpida. Cómo lo sueltan en una ciudad y él no puede adaptarse. La ley de Herodes, es, sin lugar a dudas, una de las mejores películas que he hecho. No le sobra absolutamente nada. Era muy importante hacerla en ese momento, porque hay una reflexión sobre los setenta años que estuvo sobre nosotros un solo partido. Era muy divertido. La única manera de enfrentar una tragedia como esa es con el divertimento. Yo le di vuelo parafraseando las frases de los políticos.
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