Años después, ya retirado de la docencia y dedicado al periodismo, surgió la posibilidad de recopilar este lado poco conocido de las figuras señeras de la literatura nacional. Al material que ya tenía de su época de profesor de secundaria, le añadió algunas ocurrencias escuchadas en la faena de redactor de culturales y en ambientes más bohemios.
El resultado es Rostros de memoria, singular publicación que tiene de todo un poco. Comparten sus páginas desde Martín Adán hasta César Vallejo, pasando por José Santos Chocano y Javier Heraud. Se incluye historias de Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique y Antonio Cisneros, entre otros.
Por ejemplo, de nuestro Nobel se cuenta la vez que terminó comiendo con Raúl Porras Barrenechea un pollo a la brasa en la conocida casa de citas del Cinco y medio. Anécdota, dicho sea de paso, proporcionada por

Otra historia se refiere a cómo Marco Martos, muy joven, ganó un campeonato de ajedrez y el periodista que dio la noticia se lamentara en su nota que este muchacho piurano se dedicara a la poesía. El volumen empieza con el accidentado paso de Ricardo Palma por Acarí, el pueblo natal de Pedro Escribano. Aunque él asegura que ha sido casual la aparición de su terruño en el libro, su sonrisa hace dudar de sus palabras.
Por de pronto, anuncia estar preparando la siguiente entrega. Pero esta nueva incursión en el anecdotario tendrá como insumo historias de escritores de América Latina. Estaría listo para fin de año, en donde se consignaría la ocurrencia de cuando Gabriel García Márquez ofició de amanuense de una campesina mexicana y otras historias similares. A esperar.
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