domingo, agosto 21, 2011

Victoria Guerrero: Versos al límite

Hace poco apareció en librerías Berlín, última entrega de Victoria Guerrero. La autora nos da pistas sobre este nuevo poemario.
¿Por qué recurres a jugar con referentes como capitalismo, comunismo, Berlín, dos décadas después de la caída del muro?
- Primero es también la idea de la división. Lo que puede significar Berlín con la idea del muro y la caída. Toda la idea de divisiones y límites. Por eso en ese muro central se habla de todas las formas de fronteras que hay. No solamente políticas, sino raciales, de género, culturales, etc. Finalmente, cómo el mercado ha influido para que en el mundo haya reacciones contra este capitalismo tardío. El sueño no se ha cumplido a ningún lado del muro. Al final hay desazón, hasta en nuestros espacios periféricos.
Un tema que haces referencia constante es el del azar.
- Un poco surge del poema de Mallarmé, “Un golpe de dados nunca abolirá el azar”. Siempre me quedó este verso. La idea que uno siempre está a la deriva, nadie tiene el destino predestinado como uno piensa.
En tu poemario también hace una gran cantidad de citas de otros autores, como reescribiéndolos o apropiándoselos.
- Sí, es casi una canibalización de cosas que leo. Lo que me gusta es que, como todo tiene que ver con romper fronteras, puedes poner a un Mallarmé al lado de Juan Ramírez Ruiz, o la palabra de alguien o la música. El asunto es que tenga sentido junto.
¿Buscas darle un nuevo significado a nuevas experiencias, como las esperas en el aeropuerto?
- Las salas de espera son como idas y vueltas de cualquier espacio. Con esta idea de la globalización aparente, donde todos estamos igual de globalizados, lo que es totalmente falso. En realidad el aeropuerto es un no lugar. Buena parte de tu vida estás esperando ir y regresar.
También fantaseas en tu poemario sobre matrimonios y familia.
- Tiene un poco de cosas autobiográficas. Hablo de la separación de un matrimonio, de una caída de alguna manera. También tiene que ver con cómo todo puede ser mercantilizado, incluso el amor. Después de hablar de la política, cuál es el lugar para el amor, también. Dónde está ese lugar, ahora que ya no es posible ningún sacrificio. Si él aún existe o está en los días en que se venden peluches, y todo lo que lo rodea.
Exploras también los nuevos roles que cumple la mujer.
- Que, de alguna manera, ha transformado o trastornado todas las relaciones y las múltiples sexualidades. Ya ese amor de occidente, hombre mujer, no existe. Pero más que nada, si es un amor heterosexual o no, es cual es el lugar del sacrificio por el otro.
¿Luego de este libro, qué viene?
- Berlín tiene que ver con la vena política del anterior libro, Ya nadie incendia el mundo. Aunque ese hablara más de la enfermedad. El que estoy escribiendo ahora es sobre cosas que mi madre no me enseñó y yo no aprendí, pero que de alguna manera hice. Por ejemplo, tejer o bordar. Tareas domésticas que ya no se hacen, pero que en algún momento de mi vida las hice porque estaba tan neuróticas. Es como una terapia de relajamiento. Es un poco la nostalgia de esas habilidades y cómo algunos conocimientos son más valiosos que otros. Cómo yo soy una creación del nuevo sistema, hecho de diplomas.
Curioso cómo planteas tus libros no como colección al azar de poemas sino con un criterio unificador.
- Puedo escribir poemas sueltos, pero siempre pienso en una estructura, en un libro. Intento siempre contar una historia, a pesar de no ser narradora.
¿Tu escritura se rige por la inspiración o sigues una disciplina?
- Creo que de las dos cosas. Primero veo qué temas me están interesando en ese momento. Allí voy elaborando una estructura. Claro que no programo el sentido final de cada texto, pero sí el del poemario.

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