Un veterano de la lucha libre, el Inca, vive sus últimos momentos como profesional en un polvoriento pueblo. En el mismo lugar, una joven pareja se prepara para el nacimiento de su primogénito ante la estigmatización de sus vecinos que los ven como ladrones.
Paralelamente, una muchacha, la Boba, sueña con irse de su terruño enamorándose de cada forastero que se le cruce. Todos ellos se ven empujados a partir rumbo a Lima.
No hay que buscar en esta cinta sólo un retrato realista de este grupo variopinto de personajes. Más bien, la trama es una suerte de cuento de hadas con toques costumbristas. La travesía desde el pequeño poblado costeño hasta la capital sirve para que los protagonistas, entre percance y percance, descubran la bondad o malicia de los demás.
Aunque el registro sea adrede ingenuo, hay espacio para abordar con cierta picardía algunas situaciones. A pesar de las limitaciones que implica trabajar con varios actores no profesionales – el cachacanista es uno de ellos – y un guión no siempre redondo, el director se maneja con soltura en una historia al límite de lo verosímil.
El papel más atractivo es el del Inca, quien por su exagerada fuerza le da a la historia algunos toques fantásticos. Hay que apuntar que él es, de los personajes principales, el único que tiene características estridentes que lo asemejan con otros secundarios como la pastora loca o el ladrón de cadáveres. Dos momentos imperdibles: su último baile como luchador profesional y la escena en que ayuda a un mendigo Fernando Zevallos. Con sus imperfecciones, se trata de una amena fábula en la que unos se preparan para morir y otros para dar vida.
Ficha técnica
El Inca, la Boba y el hijo del ladrón Dirige Ronnie Temoche
Actúan Carlos Cubas, Flor Quesada, Manuel Baca, Evelyn Azabache, Christian Ysla, Oscar Beltrán, Alejandra Guerra, Fernando Zevallos y Ana Cecilia Natteri, entre otros.
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