viernes, octubre 28, 2011

Martha Hildebrandt, habla

La lingüista Martha Hildebrandt es la principal homenajeada de la feria Ricardo Palma. Además, acaba de presentar un nuevo libro, 1000 palabras y frases peruanas.

¿Qué libro de los que ha publicado es el que más le ha satisfecho publicar?
- Todos en su debido momento. Pero el que me parece ahora más importante es Peruanismos. Me han pedido su republicación. Estaba leyendo una palabra y me gustó. Y eso es mucho decir, porque no me gusta ni lo que escribo después de 20, 30 años. Yo soy hipercrítica con lo que hago y con los demás. Sin embargo, estaba leyendo la palabra “calato” y me di cuenta que más que eso no se podía decir. Me quedé muy satisfecha al leer ese artículo sobre calato.


¿Qué nuevas entradas le gustaría agregar a Peruanismos?
- No he revisado más que esa. Vamos a ver que lo revise todo y añada, o corrija o quite. Ya se verá.


Comentaba en una entrevista pasada que subrayaba y tenía observaciones sobre los libros de Vargas Llosa. ¿Era pensado en un libro sobre su habla?
- No, yo ficho todos los autores que leo. Tengo un fichero enorme. No podía leer sin subrayar, porque ahora la vista me falla. De todos, de Bryce, etc. Veo lo que es incorrecto, que sale de la norma. A veces es general en el Perú, a veces no. Eso se llama entre los lingüistas papeletizar. Tener papeletas para cada autor en donde se dice que tal palabra se ha usado en tal obra y en tal página. Palabras que han llamado la atención, por erróneas o por alguna otra cosa.


¿Qué autor peruano le ha llamado la atención?
- Depende. A mí me gusta mucho Bryce. Por supuesto me gusta muchísimo Vargas Llosa. El hecho de que yo le haya hecho notar – corregir ya es demasiado – algunos malos usos del lenguaje, no le quita nada. Es un gran escritor incorrecto. Como yo le llamo y a él no le gusta, digo que Cervantes era un gran escritor incorrecto para su época. Descuidos. Innovaciones no se cuentan. Son legítimas en todo escritor.


¿Qué palabra nueva le ha llamado la atención?
- Montones. Papeletizo acostada, a oscuras. Tengo tarjetas y bolígrafos. Todo hecho que me parece que no es general – ya tengo, no sé si oído u olfato – lo apunto, en el día lo compruebo con el diccionario de la Academia, después con el más grande diccionario que hay de español que es el de Corrominas, y una cantidad de libros que sé que contienen esa palabra.


Usted ha comentado antes que lee bastante prensa y está atenta a escuchar la televisión. ¿Debe ser una fuente rica para un lingüista?
- Rica en un sentido, y pobrísima en otro sentido. Cada día está más chabacana la televisión. Cada día está más para el gusto más vulgar. Buscando el rating. El rating es el amo del lenguaje ahora.

¿Cómo nace su interés por ciertas palabras?

- Para eso hay que tener una base lingüística. ¿Cómo puedo notar si una palabra es peruanismo o no si no conozco la lengua general? El hablante normal, que no es lingüista, cree que todas las palabras que se usan en el Perú deben y pueden ser entendidas por todos los hablantes de español, pero no es así. Hay una buena cantidad de palabras que tienen un sentido diferente en cada país de América y en España o sólo existe en un lugar. Eso solo se aprende estudiando la historia de la lengua española.


Llama la atención su oído para identificar palabras peculiares no solo del habla culta sino de otros estratos.
- Eso no es cuestión de oído, sino de estudio lingüístico, conocimiento de la lengua general. El denominador común de las lenguas de España y América, o sea, términos que no pueden ser malentendidos en ningún país. Para poner un ejemplo manido, si va a Madrid y dice “por favor, que venga un gasfitero que el caño de la tina está malogrado”, allí no le entiende ni gasfitero, caño, tina ni malogrado. Eso se aprende viajando, y a veces cuesta. No basta con estar atento. Hay que haber leído mucho, tener una cultura general.

¿Hasta la prensa chicha ya no es tan buena que la de hace unas décadas?
- Eso llamó la atención cuando empezó. Mueren chinos como cancha y eso. Son portadas célebres porque fueron novedosas. Esa época es muy distinta de lo que hoy es ya banal. Columnistas, buscando mayor audiencia, quieren ponerse al nivel del lector de más baja cultura, y lo logran. A veces porque ellos tienen baja cultura o porque, no teniéndola, hacen el esfuercito de hablar mal.

¿Cómo compara la replana peruana con la de otros países?
- A mí me tiene harta la replana. Las personas que no saben nada de lingüística creen que la replana es el gran hallazgo, el gran tesoro, lo que hay que estudiar, lo diferente, lo original, lo distinto. Pero de donde parten. Las palabras de la replana son para mí cada vez más sosas. No tienen la vitalidad que tuvieron antes cuando era parte del habla de delincuentes, y que dieron palabras tan bonitas como tombo. Es la inversión de botón. Esa palabra se remonta a cuando Lima era chica y los policías eran pocos y se vestían elegantísimos. Se vestían en invierno con un uniforme de paño azul, con capa y tremendos botones dorados. De allí viene tombo. Lo demás son juegos con ciudades, cosas consabidas, anodinas. Yo, a la gente que trabaja conmigo que empieza en la lingüística, lo primero que les quisiera prohibir es que se ocupen de la replana. Hay que ocuparse del nexo común que tenemos los hablantes de español. Ahora, si usted termina con eso, y sigue con la replana, perfecto. Pero no empiece por la replana. Es como empezar a estudiar el aparato digestivo por la indigestión.

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