Hace unos años el historietista Carlos Lavida creó los
bocetos de un personaje: una especie de asesino en serie con algo de humor
irónico. Le mandó correo a unos cuantos amigos para ver quién se animaba a hacer
una historia de él. Ese fue el inicio de Las moscas no vuelan de noche, novela
gráfica que ahora se está vendiendo en Chile y que planean presentar en ese país
próximamente.
Quien respondió a la convocatoria de Lavida fue César
Santivañez, otro apasionado de los cómics. Él cuenta que su primera idea fue
hacer una reseña de esos dibujos de su amigo Lavida. Pero antes, para soltar la
mano, fantaseó con alguna historia para ese personaje tan particular. Sin darse
cuenta, ya tenía un borrador entre manos.
El trabajo de ambos quedó finalista del premio Librería
Contracultura de Novela Gráfica 2010. Gracias a ello llegó a librerías peruanas,
cruzando las fronteras poco después.
Los dos cuentan que el proceso creativo fue rápido porque
se entienden en muchos aspectos. Por ejemplo, además del gusto común por los
cómics, también son aficionados a la música clásica. Su novela gráfica tiene la
peculiaridad de incluir partituras como parte de los elementos gráficos de la
historia. Según mencionan, es una forma de darle "sonido" al papel. Una
curiosidad es que esa partitura es una composición original de Santivañez
especialmente hecha para este libro.
También recuerdan que eran muy respetuosos con los
aportes de cada uno. En ese sentido Lavida reconoce la ayuda de su socio en
hacer un perfil sicológico más marcado del protagonista. A su vez, Santivañez
aceptó de buena gana los cortes en su texto al ser convertida su historia de
boceto en novela gráfica.
Los dos autores indican que no les desagradaría volver a
trabajar juntos. No obstante, no se sienten por el momento motivados a hacer una
segunda parte de Las moscas no vuelan de
noche.
Tanto Santivañez como Lavida lamentan las pocas
oportunidades de cultivar su arte en el Perú. Indicaron que en el país si no
fuera por Internet sería difícil estar al día en este género. Además, Santivañez
debe ejercer su oficio de abogado para vivir, mientras que Lavida sí hace humor
gráfico de tinte político.
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