lunes, marzo 26, 2012

Entre joyas y versos


Está en librerías el nuevo libro de Bili Sánchez, Enrique. El poeta, surgido a fines de la década de 1990, vive entre Barcelona y Lima combinando su dedicación a la orfebrería con la literatura. Conversamos con él sobre esta nueva entrega.
¿Cómo nació el dedicarle un poemario a su padre?
- Cayó por defecto. Mi tercer poemario, Rosario, está dedicado a mi madre, y creo que mi papá estaba un poco picón. Pero más allá de eso, en ese libro hablo sobre lo que es para mí la poesía, es mi arte poética. Pero cuando viajo a Barcelona a estudiar a inicios de la década pasada, empiezo a escribir sobre mi papá, cómo lo extrañaba y el miedo que tenía a su muerte.  
Plantea su libro como el transcurso de un día.
Estudié joyería artística, luego de graduarme de filosofía, porque mi padre es orfebre. De una manera pensé que heredar el oficio, era una forma de vencer a la muerte. De allí empiezo a trabajar la imagen de mi padre como la de un sol que está en el atardecer. El libro transcurre desde un amanecer hasta la noche. Mi papá es el Taita Inti, el sol alrededor de quien gira todo.
Su segundo poema inicia con "Libro del sol", título del único libro que llegara a publicar Josemari Recalde, autor de su generación y que también era padre.
- Cuando puse esa frase recordaba muchas cosas que conversábamos con nuestro amigo entre botellas. Josemari tenía tatuado el sol en el pecho. No sé si es un homenaje, pues el libro está cargado de muchos referentes. Está Eielson, Luchito Hernández, etc. Hilado entre todos, está mi viejo.
Se dice que escribir es reescribir lo de otros.
- Completamente. No somos más que un espejito que refleja una luz que viene de hace tiempo.
Usted hace joyas y videoarte. En algún momento incursionó en la actuación, además de estudiar filosofía. ¿En qué momento nace la poesía?
- Cuando hago joyas, no sé por qué pero estoy pensando en poemas. En general, tomo mi micro y ya pienso en poemas. Hay un momento en que escribo una frase, que me lleva a otra, y así. En verdad, un proyecto me lleva a otro. Para mis libros me hago una estructura, que viene de mi formación en filosofía, sobre qué quiero contar en cada obra. Busco los poemas antiguos que sirvan para ese fin o produzco para ese objetivo en concreto. Llega un momento que escribo como un poseso, pero luego lo dejo enfriar. No tengo la ambición de publicar cada año. Felizmente la poesía no se vende. Es una ventaja que sea así. No hay presión del mercado. Disfruto mucho de escribir. 

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