miércoles, julio 13, 2011

Fernando de Szyszlo: La pintura es cómo la música

Ayer fue condecorado Fernando de Szyszlo, tal vez el mayor referente vivo de la pintura peruana. Son días agitados para el artista, quien hace pocos días inauguró una gran retrospectiva en el Museo de Arte de Lima. Aprovechando un descanso en su trabajo, aprovechamos para conversar con él sobre sus inicios, el arte y su relación con la música.

¿Ha sido distinta la emoción con esta muestra a una exposición normal?
- Esta ha sido especialmente agitada. No porque yo la haya hecho. Me ha demandado menos trabajo físico. Es una exposición más grande y ha tenido un eco mucho mayor. Más reportajes, idas al museo, etc. En ella está desde el primer cuadro que expuse en 1945 hasta pinturas de este año.


¿Cómo vivió la venta de sus primeros cuadros?
- Vender el primer cuadro fue una emoción verdadera. Era saber que para una persona que no era yo, algo hecho por mí tenía valor económico y real. Porque yo era un pintor pobre. Eso me ayudaba a vivir. En esa exposición en los años 40 vendí tres cuadros. Lo curioso es que seguí familiarizados con ellos, pues dos de ellos lo compraron amigos míos – los arquitectos Córdova y Williams – y el otro el psiquiatra Carlos Alberto Seguín. Los he tenido a la vista, en cambio el resto, mil y pico no sé dónde andan. El primer cuadro lo vendí a 300 soles, y creo que el dólar estaba a 14 soles. No era mucho.

¿Cuál cuadro le ha costado más hacer?
- Todos me han hecho trabajar mucho. Pero hay algunos que me han hecho poner más trabajo que otros, sin que signifique que sean mejores. Hay cuadros que salen muy fácilmente, en dos o tres días, y son mejores que otros que me han demandado semanas. No tiene nada que ver el tiempo que uno le pone con su calidad. Cuando pinta, uno pasa más tiempo mirando que haciendo el cuadro. Al mirar el cuadro es allí que lo estoy pintando, corrigiendo, tratando de chapar, coger la idea.

¿Siempre tratando de llegar a algún concepto?
- Concepto no, sino a una sensación. Salvo el arte más reciente trata de comunicar una idea. Pero el arte real quiere expresar a usted una idea, que el artista la siente y quiere que usted la sienta. Es algo que no va a la cabeza, sino al corazón. Usted no debe comprender un cuarteto de Schubert para sentir su música. Es algo que va directamente a nuestras emociones más profundas. No pasa por una reflexión, un entendimiento.

¿La pintura es cercana a la música?
- Sin duda. Lo que más se parece a la pintura es la música. Es un lenguaje que usa para expresarse elementos que son intraducibles. Los sonidos no puede ponerlos en palabras. Son una serie de notas que lo conmueven a usted profundamente, y no puede expresar qué cosa es, qué misterio, qué sonidos, luces y sombras, lo pueden afectar a uno. No es lo mismo que la literatura, que usted lo puede entender, te abre unos horizontes. Cuando lees a Dostoievski, te encuentra dentro de esas descripciones. El arte en general hay complicidad siempre, entre el que la produce y el que la experimenta. El espectador debe poner una parte de él, o sino, no está completo, no hace click.

¿Sin complicidad no hay arte?
- Debe haber esa complicidad. En algunas artes reclama más de un espectador. En pintura uno está acostumbrado a que la vista identifique los objetos. Pero en la pintura abstracta, si no estás preparado, tal vez no “leas” el cuadro. No hay manera de comprenderlo. Yo siempre cuento una anécdota de Matisse. Una señora le dice que no comprendía sus cuadros, y él le repreguntó si comprendía a las ostras. No hay nada qué comprender. En el placer del arte no hay nada que comprender.

Arguedas y lo occidental
Usted posee una amplia colección de arte prehispánico. ¿Le sirve como inspiración?
- Para trabajar dan ideas. Me enriquecen. Al ser pintor, a uno lo enriquece todo. Un arte visual que todo lo que le toca a uno le puede dar ideas para expresarse. El pintar es una experiencia emocional, no es una reflexión mental. Sobre todo, en el tipo de pintura que yo hago, que es más bien expresionista, que no se fija mucho en el aspecto de la forma, sino en el contenido que pueda provocar.

Uno pensaría que Arguedas podría entender la obra de usted por las referencias prehispánicas, pero ha comentado antes que no era así.
- Yo creo que José María estaba muy metido en el mundo indígena. Yo creo que algo sentía. Uno de los cuadros de la muestra es uno que yo le regalé. Él era una persona inolvidable, valiosísima. Es una persona que han tratado de atrapar los antropólogos. Es un gran poeta. Su prosa es de una belleza increíble. Él ha sido fiel a la circunstancia indígena. Pero eso sólo son los ingredientes que produjeron la obra, esa prosa maravillosa. Es como Proust, que asistía a reuniones sociales, a cosas frívolas, pero que en su obra hay una filosofía tremenda. No lo puedes tomar como un snob. Igual, a Arguedas con la antropología.

Habrá sido emocionante escuchar a Vargas Llosa en Oslo referirse a Arguedas en su discurso ante la academia.
- Esa frase que tiene Mario sobre el invento de la frase “todas las sangres”. Eso somos nosotros. Por eso, los latinoamericanos nos interesamos igual por poesía inglesa, española, francesa. Cosa que no sucede en Europa. Sólo en América Latina se dan esos personajes como Borges, Octavio Paz o Emilio Westphalen, que abarcan todo, que tienen una cultura totalizadora.

¿Somos los más occidentales?
- Sí, somos occidentales de una forma que no se había conocido. Borges es un ejemplo de ello.


Otros enlaces:
La urgencia del lienzo (entrevista de 2009)

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