Esta semana, la noticia del traslado de material del Archivo General de la Nación a un espacio que los especialistas consideran no adecuado para su preservación es la que ha alertado a muchos intelectuales.
Pero este problema ya se viene arrastrando desde hace buen tiempo.
Se sabía de la necesidad de un lugar donde atesorar, con todos los cuidados necesarios, estos documentos que son nuestra memoria.
Pero observamos que de un tiempo a esta parte los recursos dados al ministerio de Cultura se han dispuestos a gastos no necesariamente urgentes como la conservación de documentación de siglos de antigüedad.
Pienso en concreto en el Museo Nacional del Perú, conocido coloquialmente como MUNA.
Este museo se gestó en el gobierno de Humala, el mismo que nos embarcó en la Refinería de Talara, lo que es más que una coincidencia.
Es, según varios de los ministros de Cultura que estuvieron a cargo de su construcción, la obra hecha para este sector más ambiciosa y más cara que se haya realizado en el Perú.
Hubo algunos cambios en su ejecución. Se aumentó el presupuesto, se descartó un piso, y varios hechos más.
La idea era dotar al país de un, como su nombre lo indica, "Museo Nacional".
Lo interesante es que para crear este "Museo Nacional", se obvió la existencia del "Museo de la Nación" y se le pasó a mejor vida.
El Museo de la Nación fue una iniciativa del primer gobierno de Alan García para usar la faraónica sede del antiguo Ministerio de Pesquería.
Es hasta la fecha el museo más grande que ha tenido el país, contando con cuatro plantas dedicadas a contar nuestra historia.
Pero se prefirió hacer otra obra faraónica en Lurín, frente al recién remozado Museo de Sitio de Pachacamac.
Entre 400 y 600 millones de soles fue a parar al MUNA, dependiendo de la fuente que se consulte y la forma de hacer los cálculos.
Mientras, otros asuntos urgentes como la construcción de una sede para el Archivo de la Nación fue postergado.
Ahora vemos a las actuales autoridades tratar de solucionar un problema que se veía venir hace años, y para el que no se destinó por años el presupuesto requerido.
Y el MUNA, como cruel broma del destino, aún no funciona al cien por ciento. No se han trasladado a su local el rico acervo de piezas arqueológicas e históricas que conserva el Ministerio de Cultura, por ejemplo.
Existía el Museo de la Nación pero quisieron Museo Nacional. Y en el camino, no hubo decisión o mirada de largo plazo para hacer un Archivo de la Nación.
Pero no es solo ese caso. Hay más.
Hace unas semanas varios incendios puso en jaque diversos sitios arqueológicos, sin saberse aún cuánto han sido dañados.
Uno de los sitios arqueológicos más emblemáticos es el de Kuélap.
Se difundió la adquisición de un cortafuegos que pondría a salvo esta fortaleza de la época Chachapoyas.
La pregunta sería, ¿cuántos sitios arqueológicos tienen sistema cortafuegos y están operativos?
No olvidemos que Kuélap cuenta con un teleférico. Aunque esta obra la ejecutó el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, cabe cuestionarse si no era más conveniente invertir en cuidar la edificación prehispánica que el crear este servicio.
Al fin y al cabo, lo valioso es Kuélap, y no treparse en un teleférico, como el que algunos avispados ya están promoviendo para otros sitios arqueológicos de difícil acceso. Dicho sea de paso, el teleférico se inició a construir en el gobierno conyugal que nos endosó la Refinería de Talara y el MUNA.
Y, otra broma más del destino, no invertir en prevención en Kuélap, o no hacerlo de forma efectiva, está significando su parcial colapso que
esperemos se solucione pronto.
El mal mantenimiento del sistema de drenaje de Kuélap ha hecho que parte de su muralla caiga y ponga en riesgo el resto de la estructura.
El problema del almacenamiento del Archivo General de la Nación es, lastimosamente, una continuación de malas decisiones y corta visión de los que han estado a cargo del Ministerio de Cultura.
A ello le podemos sumar la falta de cinemateca, en donde almacenar el patrimonio fílmico de la Nación, por mencionar una tarea pendiente que no está en la coyuntura.
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Un militar bueno en una película peruana, y no es el tirano Velasco Alvarado. Algunas observaciones sobre Tatuajes en la memoria y la reivindicación a los militares honestos que combatieron al terrorismo.https://t.co/rUxYx9vTTF pic.twitter.com/Zts9W4zRKy
— Ernesto Carlin (@tanquedecasma) September 2, 2024