El nombre de Maximino Cerezo, religioso y pintor español, a pocos les dirá algo. Sin embargo, los latinoamericanos tenemos muy presente su arte. Al ver la estética de los cuadros que acompañan esta nota, a varios lectores seguramente les recordará la de los folletos y publicaciones religiosas. No es una coincidencia. Con bastante probabilidad, esas publicaciones de nuestra memoria contengan reproducciones de su obra.
Otro dato que no se ha difundido mucho es que es en
nuestro país en dónde inició su peculiar estilo en el que combina el tema
religioso con una preocupación social. Clara María Rodríguez Ruiz, historiadora del arte
natural de San Martín, comentó que es en la iglesia
de Juanjui en donde inicia este derrotero. Según explicó la especialista, Cerezo
cultivaba un arte más tradicional, con trabajos en Europa y Filipinas, que
abandonó cuando en los 60 se acerca a la llamada doctrina social de la
iglesia.
Llamado del arte
Alejado de la pintura, el español, de acuerdo al relato
de Rodríguez Ruiz, decidió tomar de nuevo los pinceles para arreglar su parroquia de
Juanjui, afectada por un terremoto a comienzos de los años 70. Realizó un mural
con varias escenas, casi todas de corte tradicional, salvo una. En esta se ve a
una madre llorando a un niño muerto dentro de su cajón. Esta sería la parte de
su trabajo con mayor acogida para la población.
"Al ver la respuesta de la población ante esta imagen,
deja atrás la iconografía tradicional, por una nueva en la que se adapta al
contexto que la recibe", indicó la profesional.
Este sería sólo el inicio. Revisando las páginas web
dedicadas a este artista se podrá encontrar el rastro de su obra desperdigada
por diversas partes de América Latina. En la Nicaragua sandinista, por ejemplo,
participó de varios murales colectivos, así como en diversos proyectos
editoriales. También es conocido internacionalmente por su afiche dedicado a
Monseñor Oscar Romero de El Salvador, quien muriera en 1980 por su prédica a
favor de los derechos humanos.
En el Perú tiene varios trabajos. En Lima, por ejemplo,
se puede apreciar su propuesta en la iglesia de Maranga. Los dos murales de esta
iglesia llevan el nombre de Bienaventuranzas de San Lucas en América Latina, lo
que da idea de cómo concebía el arte como prédica.
Otro ejemplo en nuestro territorio es la iglesia de
Tarapoto. Sobre esta obra, Clara María Ruiz subrayó que se debe tomar en cuenta
que se hizo en un momento muy complicado para la región San Martín - fines de
los años 80 - por lo que el clima de violencia se refleja en sus
trazos.
2 comentarios:
Qué paja! Pero Me parece que el nombre de quien investiga los murales es Clara María Rodríguez Ruiz, le borraste el apellido :/
Gracias por la observación. Lo acabo de corregir. Un abrazo. :)
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