En 1992 apareció Tromba de agosto, un clásico de Jorge
Pimentel del movimiento Hora Zero. Según el poeta, el libro lo escribió en un
mes gracias a la beca "Pimentel" en 1977 y lo dejó madurar por más de 20 años.
"Creo que se me pasó la mano", dice. Hace poco el autor presentó la reedición
del libro, la primera vez que realizaba estas formalidades. Con esta excusa
conversamos con él.
¿A usted le gusta más recitar que presentar
libros?
- Me encanta recitar, allí me siento bien. El que más me
gusta recitar es Tromba de agosto,
nunca con Balata para un caballo o Primera muchacha. Es algo catártico para
mí. Escribir y recitar me divierten igual. Envolver a quién te escucha me parece
interesante. Me gusta esa manera de confrontar con el público.
¿Por qué prefiere esta obra ante las otras que
tiene?
- Para mí es uno de los grandes libros, disculpa que lo
diga, de la literatura peruana y latinoamericana. Es un libro que rompe con
todos los esquemas en poesía. Voy por lados de la vida cotidiana. Le devuelvo al
lector sus propias palabras hechas poema.
Hay un verso que me llama la atención: "Solo quise ser
ángel en una ciudad de murciélagos".
- Sí, es verdad. Quise ser ángel en una ciudad de
murciélagos. El libro está escrito en Lima. Después de recorrerla todos los
sitios, pues la conclusión es que Lima es una ciudad de murciélagos. Es como
esos barcos piratas encallado en la arena. Es la carga humana emocional
tremenda, y más si eres una persona sensible, poeta, novelista. Tienes que salir
a caminar positivo, o sino te come. El artista tiene que tirar para
adelante.
Hace unos días falleció Antonio Cisneros, con quien
tuvieron un duelo en los setenta.
- Fue un duelo muy lindo que tuvimos con Toño. Me apena
mucho su fallecimiento. Va a dejar un gran vacío difícil de cubrir.
Verdaderamente que su poesía trascenderá. Tuvimos un duelo en la casa de la
Cultura, en Lima, con José Miguel Oviedo de árbitro. Fue una confrontación de
poemas, más que nada para demostrar que no se debe tener miedo a nadie y la
gente se desinhiba. Yo no tenía libro, inclusive.
Método de escritura
Durante un mes Jorge Pimentel se dedicó a pasear y
escribir por Lima. Iba, según confiesa, sin ningún plan fijo, solo armado de
tiras de papel y un lápiz. Se levantaba a las 8 de la mañana y caminaba -
"porque el libro agarra ritmo caminando" - buscando material. Escuchaba las
conversaciones de la gente, su manera de hablar, sus preocupaciones para hacer
lo que Pimentel califica de una poesía del otro. Al final de la tarde entraba a
un bar o a la banca de un parque a leer
sus textos. Una cosecha de dos o tres poemas diarios, "un volcán que no podía
parar".
(Foto tomada de http://viernesdepoesiayficcion.blogspot.com/)
Entrevista publicada en el diario El Peruano
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