(Crítica a Mariposa negra, película dirigida por Francisco Lombardi)
Adaptar con criterio una novela a la pantalla grande no es fácil. Abordar temas similares en dos producciones seguidas sin repetirse tampoco. Francisco Lombardi afrontó estos retos con Mariposa negra saliendo bien librado en la mayor parte de la cinta.
La trama, basada en la novela de Alonso Cueto Grandes miradas, narra el proyecto de venganza de Gabriela (Melania Urbina). Ella es una joven maestra que ha perdido a su novio por culpa de un grupo paramilitar. Su mundo, en apariencia perfecto, se resquebraja con este asesinato. Con el sentido de la realidad algo alterado, decide desquitarse matando al culpable de todo: Vladimiro Montesinos.
Como se ve, Lombardi vuelve a sumergirse en la sordidez del entorno del ex asesor, telón de fondo de su anterior cinta Ojos que no ven. Sin embargo, de la estructura coral de ese film ha pasado a concentrar la atención en dos figuras femeninas.
Urbina es solvente en su papel de novia perturbada. Sin embargo, la revelación es Magdiel Ugaz quien hace de Angela, una periodista de diario chicha que se involucra con Gabriela y sus fantasías. El personaje de Ugaz, desde cuyo punto de vista se cuenta la historia, no cae en un estereotipo fácil y tampoco cansa a pesar de intervenir como voz en off en gran parte de la historia.
Esta cinta logra sus mejores momentos cuando se fija en el drama íntimo de la relación entre las dos chicas. La atracción y los celos que disimulan mal los dos personajes son más interesantes que el retrato de época que los acoge. En ese sentido, el punto flaco es la representación de Montesinos. No se necesitaba ver al monstruo de la historia para sentir repulsión.
(Publicado en el diario El Peruano el lunes 7 de agosto de 2006)
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