lunes, agosto 21, 2023

Reflexiones desde un taxi: Un ejemplo de la economía normal del Perú

Escena del documental Metal y melancolía de Heddy Honigmann. En la película se retrata el mundo de los taxistas limeños a inicios de la década de 1990.

Carlos es un amigo que es entrenador de fútbol, pero que por necesidad hace taxi. Por la confianza y la puntualidad que tiene, suelo contratarlo cuando tengo que movilizarme a varios puntos.

Pero este sábado llegó media hora tarde a recogerme. Se disculpó contándome que la aplicación de taxi con la que suele trabajar había dejado de funcionar. Había ido a ver si le pagaban unas carreras que esa empresa había cobrado por él.

“Dos horas preguntando y no conseguí ni un sol”, me relató.

Mi pata me contaba las cifras que se manejaban. “Por una carrera larga, la empresa cobraba 31 soles, de los que me daban a mí 16”, decía.

La relación entre taxistas y estas empresas no es algo que suela aparecer en la agenda política habitual, pero afecta a miles de peruanos.

Uso y abuso

Al escucharlo, me parecía una clara representación de lo que se habla en predios apristas sobre la economía formal y la economía normal.

Hernán Garrido Lecca, quien ha reflexionado más sobre el asunto, en varias charlas ha hecho notar el gran porcentaje de peruanos que trabajan en esa economía que no está dentro de la llamada formalidad.

“Es la economía normal”, afirma basado en que ese porcentaje – entre 70 y 80 por ciento – de la Población Económicamente Activa (PEA) se mantiene casi igual durante varias décadas.

Carlos es un ejemplo de ello. Èl para la olla de su casa con un trabajo no regulado. ¿Cómo el Estado protege a este segmento de la población?

Si algo enseña la teoría del espacio tiempo histórico de Haya de la Torre es a adaptarnos a las circunstancias del momento.

Antes, el negocio era alquilar vehículos para hacer taxi. Ahora, con el uso masivo de Smartphone, el nuevo giro es hacer intermediario entre los choferes y los pasajeros.

La tecnología hace que si necesitas un taxi, no tengas más que usar una de las múltiples aplicaciones disponibles para conseguirlo. 

Los taxistas no tienen que estar dando vueltas buscando pasajeros, los pasajeros no tienen que estar esperando que pase un taxi en el lugar donde está. Y por ese servicio, una empresa arraigada en algún lugar del mundo cobra un porcentaje.

Pero, ¿quién vela por el lado más débil de esta cadena?

Mi amigo Carlos no sabe si podrá cobrar lo que ya ha trabajado. La aplicación de la empresa con la que trabajaba fue bloqueada en el Perú por ofrecer viajes en moto, algo prohibido en el país.

En este momento la agenda política actual son dimes y diretes anecdóticos y olvidables, el abuso que sufren muchos taxistas como mi amigo sigue invisible para quienes toman decisiones.

Mientras, él sigue conduciendo su vehículo por esta caótica ciudad viendo cómo recuperar lo que parece ya perdió.

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