Oscar, un guionista de telenovelas, tiene problemas para
escribir guiones desde que se separa de su mujer. Esa es, en líneas generales,
la trama de Oscar y las mujeres,
nueva novela de Santiago Roncagliolo, con quien conversamos a su paso por
Lima.
En su libro reflexiona sobre el oficio de
escribir.
- Sí. Oscar - el protagonista - pudo ser un escritor de
novelas literarias. Un hombre encerrado en sus libros, pero Miami, la
telenovela, esta industria, era un escenario muy divertido como para hacer un
drama. Lo que le sucede a él, también me pasa a mí y a muchos que conozco, que
de escribir ficciones nos cuesta volver a la realidad.
Es curioso cómo la irrupción de "realidad" completa los
textos de Oscar. ¿Le sucede también así?
- Sí, claro. Siempre estoy sacando ideas de lo que veo.
Los narradores tenemos la pretensión absurda de corregir la realidad. La
realidad no tiene sentido, ocurren de manera errática. Pero hacemos historias
que tienen un inicio, nudo y desenlace. Lo que nos permite pensar que todo tiene
un sentido. La pretensión de ser Dios, ser mejor que Dios.
Lo que comenta recuerda a las películas de Woody Allen -
cineasta del que toma un epígrafe para este libro - como Crímenes y pecados en
los que no hay castigo por los actos de uno.
- Woody Allen tiene varias así. Eso también ocurre en
Match Point, por ejemplo. Películas en los que no, no te persigue tu conciencia.
"Puedes ser malo y no te pasa nada, la gente hace cosas horrorosas, tienen buen
final y no se siente mal". En la narrativa de siempre se castiga al malo o él se
tortura. Pero la vida no es así, bienvenido al planeta Tierra.
¿Cómo elige los temas de sus novelas?
- Yo parto de mi vida, siempre. Esta habla sobre la época
en que era guionista de telenovelas, Tan cerca de la vida de la época que era un
tipo solo en un hotel, Abril rojo de cuando fui empleado público. Para que un
libro me funcione, debe hablar de algo personal. Cuando escribí Tan cerca de la
vida quería estar fuera de este planeta, quería estar lejos de mi propia
experiencia. Pero Oscar y las mujeres fue mi reconciliación con el mundo real.
Siempre escribo de mis emociones en un momento dado.
¿Esta reconciliación se debe a su nueva condición de
padre?
- Claro. Estaba viajando mucho y no veía a mis hijos. En
un momento me di cuenta que debía hacer cosas que todos los padres habían hecho
antes pero que yo, por mis libros, mi éxito, mi vida, no había hecho como llevar
una contabilidad, estar con mis hijos, aprender a manejar. Las cosas que todos
saben hacer y son parte de tu adultez. Yo pasé de ser un muerto de hambre a que
todo vaya muy bien. No había hecho el aprendizaje normal de mucha gente. Yo
debía volverme adulto, igual que lo hace el personaje de la novela.
(Versión extendida de la entrevista publicada hoy en el diario El Peruano)
Otros enlaces:
Sendero personal (Entrevista)
Chicharrones en pie de lucha (Crítica)
Un asesino suelto en los andes (Crítica)
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